.2027.

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No se me pasó por alto el detalle de que el coche de Oliver tenía una silla de coche para mi hija, sé que estaba planeado desde el principio que iba a ser él quien me llevara a casa pero estaba tan cansada que no iba a pararme a discutir.

La cena había sido demasiado intensa pero sobretodo que el hombre que tenía sentado junto a mí me había echo recordar a mi viejo mejor amigo.

Por un segundo había visto al antiguo Oliver, el que siempre daba la cara por mí a pesar de que el contrincante le doblara la estatura. El siempre luchaba las batallas por mí para que yo no tuviera que hacerlo.

Me hacía sentir esperanza y es algo que no podía permitirme.

Tomamos rumbo hacia mi casa, no estaba muy lejos de la casa de mis padres quizás un par de calles nada más pero el pesado silencio hacía que el trayecto estuviera pareciéndome una eternidad.

Oliver puso la radio, miré hacia el asiento trasero para encontrarme con que Violet se había quedado dormida, era viernes así que hoy podía quedarse despierta hasta más tarde pero no eran más de las once de la noche y mi rubia ya estaba en los sueños de Morfeo.

Mañana era la inauguración de la nueva colección, sabía que no pegaría ojo de los nervios pero aún así cerré los ojos y apoye mi cabeza contra la ventanilla del coche.

-¿Hace cuanto sales con Alen?

Oliver decidió romper el silencio en ese preciso instante, cuando abrí los ojos lo vi mírame fijamente con esa dulce mirada color miel que tanto me había gustado en el pasado.

Su pregunta me sorprende la verdad, llevamos años sin hablarnos y en una sola noche no solo me defiende de mi madre si no que también me hace preguntas sobre mi vida.

Algo ha debido picarle por la noche porque hoy está demasiado extraño, miro la expresión de su cara, como siempre está algo ojeroso pero tiene mejor cara que otras veces. Tiene las pupilas de sus ojos bien no dilatadas como el día del ensayo de la boda, parece descansado quizás sea que volver a casa le ha sentado bien.

-Primero no es asunto tuyo, segundo no estoy saliendo con Jer.

Parece que la respuesta le sirve porque vuelve a fijar la mirada en la carretera, tamborilea con sus dedos en el volante al ritmo de la canción que suena en la radio.

Estamos girando la calle para llegar hasta la entrada de la casa cuando vuelve a romper el silencio.

-Bueno Lil, se que no debería meterme pero....

-Oliver será mejor que nos limitemos ha estar en silencio.

No pienso dejar que él también se meta en cosas que no le interesan, no le voy a dar pie para que hable de algo en lo que él no ha sido partícipe nunca.

No estuvo cuando lo necesitaba, no sabe que la que ocupa el asiento trasero de su coche es su hija porque el decidió hace casi cuatro años que creía a una mujer por encima de mí.

Nadie le ha dado vela en este entierro.

-Vamos Lil, él debe hacerse cargo de sus errores.

Dios no acaba de decir eso.

No acaba de llamar a mi hija error.

Debo haberlos escuchado mal.

-¿Perdona? *digo*

Oliver estaciona el coche detrás del mío que está situado justo en la entrada del garaje, no lo he metido esta mañana porque iba con prisas y tenía que recoger a Vi de la escuela infantil.

Abro la puerta del copiloto en cuanto para el coche, no le dirijo ni una mirada mientras voy hacia la puerta trasera para coger a mi hija.

No pienso permitirle que hable así de lo mejor que me ha pasado en la vida.

-Joder Lil, lo siento...
+Ya has entendido lo que quería decir.

Me giro para enfrentarlo, él también se ha bajado del coche e está intentando llegar hasta mi hija par ser él quien la cargue.

-Gracias por traernos a casa Oliver, ya puedes marcharte.

Desabrocho el cinturón de mi hija, Violet abre un poco los ojos pero rápido los vuelve a cerrar no sin antes alargar los brazos para que la cargue.

Niña consentida.

Cojo a mi hija y con la mano libre agarro su mochilita, hago maniobras para ponérmela al hombro, una vez tengo a la niña apoyada en mi costado puedo encaminarme hacia la entrada.

-Siempre has sido muy testaruda, déjame ayudarte.

-No necesito tu ayuda Oliver.

Algo me dice que no me estoy refiriendo solo a cargar con mi hija.

-Maldita sea Lila, déjame que te ayude al menos ha abrirte la puerta.

Me doy la vuelta para enfrentarlo de nuevo, me sigue muy de cerca está casi pegado a mí pero yo no podría quererlo más lejos.

Quiero que desaparezca de una vez.

-Vete Oliver, déjame en paz.

-Joder Lila, no puedo dejarte así e irme sabes que yo no soy así.

Me río.

Si me río.

Como una maldita desquiciada.

-¿Sabes que Oliver?
+Que yo ya no sé cómo eres.

Saco las llaves del bolsillo delantero de mi bolso y las meto en la cerradura, Violet se aferra a mi cuello pero sé que no va a caerse hemos echo demasiadas veces este recorrido.

Todos los días soy la que la carga en brazos hasta la puerta y nunca hemos necesitado a nadie. Mucho menos vamos a necesitar a alguien que cree que somos un error.

Me doy la vuelta una última vez.

-A partir de hoy Oliver, vuelve a fingir que no existo, se te daba muy bien.

Sé que mi comentario le ha dolido.

Lo veo en sus ojos pero no puede darme más igual, estoy harta, cansada pero sobretodo agotada. Nadie más va a volver a opinar sobre cómo crio a mi hija o sobre qué debo hacer sobre el padre de mi hija.

Llevo tres años criando a Violet sola y nada va a cambiar porque Oliver Anderson se haya empeñado en volver a meterse en mi vida.

Por mí puede volver a meterse en el autobús de su fabulosa banda e irse un poco a la mierda.

Quizás un nosotros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora