After the Dawn

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Legolas se quitaba el anillo y le entregaba uno de oro a Muirgen para ponerlo en el dedo índice de la mano de la princesa, así mismo ella repitió aquello, por fin todos brindaron, sin saber que lo hacían por la desgracia en la que habían entrado esos dos jóvenes, sin saben que el sueño eterno de ambos era otra alma, otro ser.





Las estrellas brillaban más sobre la bóveda celeste, Muirgen se había alejado de la fiesta sin que ninguno de los presentes lo notara, todo estaba ya bajo el encanto mágico que el vino provocaba en sus cuerpo, con paso lento se dirigió al jardín de Alena, huir no era una opción en estos momentos, no después de pronunciar el nombre de Eru en sus votos, le dio un vistazo a su mano para encontrarse con el pequeño circulo hecho de oro que adornaba su dedo.

– sabía que te encontraría aquí- dijo la voz que le hacia erizar la piel, tomó asintió junto a ella para después acunar su mano en la de su amada.

– sí, me siento un poco mal- pronunció la princesa sin siquiera mirarlo, sabía que con sólo dedicarle unos pocos segundo el mar de su mirada iba a tragársela y jamás volvería.

– podemos llamar a un sanador- negó recargándose del hombro del rey, éste besó su mano con ternura.

– algún día podrás perdonarme- preguntó al notar que perdía la luz con la que Muirgen lo miraba siempre.

– no tengo nada que perdonarte- tomó su barbilla entre sus dedos para volver a perderse en esos hermosos ojos azules que lo hacían desvariar.

– Gi Melin (te amo)- pronunció antes de besarla tiernamente, alguien una vez dijo que los besos tristes saben mejor, pues ambos ponen los mejores sentimientos en éste para que el amargo sabor de la tristeza y desolación no toque aquella alma que te importa más que la tuya.

– dame tu mano – dijo la princesa sonriéndole, el rey dejó la mano libre para que Muirgen pudiese tomarla, fue entonces cuando la puso en su vientre por encima del vestido.

– te amo- respondió, haciendo referencia que la mayor prueba de ese sentimiento crecía dentro de ella, Thranduil no lo contuvo más, las lagrimas recorrieron su mejilla, pero esta vez no eran lagrimas de melancolía sino de felicidad, una extrema dicha de saber que parte de él había dado fruto en el cuerpo de la mujer que ahora podía decir amaba más que nadie, Muirgen limpio sus lagrimas para seguir sonriéndole, era un amor prohibido ahora, pero no por el destino, sino por aquellos que los rodeaban, de estar previsto que ese amor no se concibiera los corazones de ambos no se hubiese llamado como el viento llama a la lluvia o como el mar llama a la ola.


La fiesta había terminado, lo único que quedaba en el lugar eran unas cuantas copas en las mesas vacías, todos los invitados habían sido llevados a aposentos predestinados esa noche para su descanso, ahora la princesa compartiría la habitación de Legolas, unas elfas la acompañaron hasta ahí como era la costumbre la habitación estaba adornada para el acto que daría otro heredero a la casa de Mirkwood, se deshicieron del vestido dejándola en una bata de seda blanca con detalles dorados en el pecho, trenzaron su cabello con delicadeza para que fuera mejor su descanso, antes de salir Muirgen tomó su túnica plateada pues el viento helado se colaba por las ventanas , Legolas entró de repente como siempre lo hacia, pero se petrifico al ver a su esposa con un libro en mano, esperándolo cerca de un escritorio de madera que adornaba su recamara.

– Muirgen, pensé que...- señalo en dirección a la antigua habitación de la princesa pero ésta alzó los hombros volviéndose a cubrir el rostro con el libro.

Forbidden Love [Thranduil]  || WATTYS LONGLIST 2018|| PROCESO DE CORRECIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora