Swords and Tears

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— ahí está su reina— dijo Muirgen desapareciendo nuevamente, el cuerpo de Ravenna quedó expuesto, atravesado por la lanza, un hilo rojizo resbalaba por la madera, Azog se disponía bajarla sólo para que no interrumpiera su sistema de comandos, la que era su hija apareció sólo para degollarla y aventar la cabeza a las manos del jefe de los orcos.




La guerra es particularmente uno de los momentos que más se quedan marcados en la historia de lo mundos, es como una enorme mancha negra que se extiende una y otra vez al ser repasada por las miles de paginas que los que sobrevivieron escriben con tinta y lagrimas por los caídos.

Muirgen ahora estaba con Thranduil hacía al menos unos minutos que los ataques habían cesado por unos momentos, ahora mismo Thranduil estaba por retirar sus tropas, la princesa apoyó aquella moción, ya no había nada que hace ahí si los orcos llegaban a invadir más.

— Tengo que regresar a la tienda, te veré en la salida— musitó la princesa dándole un tierno beso al elfo frente a ella, el cual respondió entre el amargo sabor a guerra y sangre. Thranduil hizo sonar las trompetas para indicar que se replegaran hasta la entrada, esa ya no era su batalla, antes de llegar a lo que sería la plaza principal los ojos del rey de Mirkwood se encendieron en la llama de la desolación, los cuerpos apilados de varios de sus guerreros, muertos a manos de las escorias, algo dentro de su ser se movió como si fuese un terremoto, contuvo las lagrimas, tanta sangre elfa derramada por unos enanos. 

La nieve caía cerca de su rostro y se apilaba en los cuerpo atravesados po flechas, la sangre se congelaba o era absorbida por la nieve que ahora mismo tomaba un tono más rojizo, una extraña y potente voz interrumpió sus pensamientos algo melancólicos, viró la mirada para encontrarse con el mago causante de aquella enorme guerra, en medida era culpable por haber alentado a los enanos a recuperar lo que ya desde hace mucho estaba perdido.

— Mi Lord Thranduil, tiene que enviar atropas a Ravenhill, los enanos van a ser invadidos, debemos advertir a Thorin— musitó el mago con un tono de voz algo agitado mientras trataba de no pisar los cuerpos de orcos, humanos y elfos que habían quedados esparcidos como marionetas sin hilos sobre el piso de aquel valle.

— Entonces avísale, por cualquier medio, no gastaré más sangre elfa en la defensa de ésta tierra maldita— diciendo esto le paso por un costado haciendo que lo que quedaba de su compañía le siguiera con fervor, aunque melancólicos por dejar a su hermanos ahí a la intemperie .

— ¡Thranduil!— gritó éste pero el rey tenía oídos sordos, simplemente aceleró el paso para llegar lo más pronto posible al lugar acordado con Muirgen.

La princesa revolvía todo en la tienda pero no estaba por ningún lugar aquel pedazo de pergamino que iba a darle a Thranduil, una mano se posó en su hombro con mucha delicadeza, viró la mirada y se encontró con unos enormes ojos azules como los de su padre.

— Legolas— sintió que el alma le regresaba al cuerpo al verle, se abrazaron fuertemente, inclusive Legolas llegó a besar su mejilla con mucha devoción mientras la joven retenía las lagrimas en sus ojos.

— Pensé que...— el elfo negó dándole una de las mejores sonrisas que tenía, inclusive acarició su mejilla para deshacer una temeraria lagrima que resbalaba por lo blanca y tersa de ésta.

— Debemos irnos, los orcos pueden encontrarte sola...— antes de salir se encontraron con Bartram, los vio a ambos y en su mente había una revolución, tal vez Legolas no defendería a su padre como era de esperarse.

Forbidden Love [Thranduil]  || WATTYS LONGLIST 2018|| PROCESO DE CORRECIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora