Bleeding Heart

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Su cuerpo comenzó a mutar nuevamente, sentía que cada uno de los nervios que componía su cuerpo comenzaban a desprenderse poco a poco sumiéndola en un letargo. Un fuego que abrasaba su piel la transportaba como si estuviese en la garganta de un dragón. 

Rowanna mantuvo firmes los brazos dejándose guiar por la llamarada hasta encontrarse con su verdadero cuerpo, las manos le temblaban el manto negro el asfixiaba. — Chica lista— susurró la voz de su hermana internándose en su bóveda craneal una vez más. Era su conciencia, su soporte. 

— demasiado— murmuró tocándose le cuello para sentir solamente lo terso de su piel, fría. Los pasos de Ravenna se acercaron a ella viéndola de arriba abajo, ante aquellas pupilas como una llamarada se sentía débil, avergonzada por no poder cumplir lo que su hermana le habia encomendado.

 La desnudez de su cuerpo sólo la cubría aquel manto de tafetán negro, deslizándose por las curvas naturales de su ser. — De verdad que eres inútil, hermanita— murmuró Ravenna golpeando su mejilla y haciendo que un hilo de sangre resbalara por la comisura de sus delgados pero hermosos labios. Rowanna pasó su lengua por éste dejando que el sabor a hierro se posesionara de cada papila gustativa que contenía su boca. 

— No soy una inútil— gritó tan fuerte que un viento se adentró en la torre arrasando con todo a su alrededor, la brisa violenta revoloteó en el vuelo del vestido de Ravenna quien se mantenía firme ante su hermana. 

—¡No te atrevas a tocarme otra vez!— le gritó encolerizada la joven de los ojos verdes, su hermana mayor por minutos la tomó del cuello apaciguando así la tromba que estaba a punto de desatar Rowanna en una de sus rabietas. 

— Me perteneces— le susurró muy cerca del oído. Rowanna pudo percibir el sonido de su lengua pasando por sus labios, remojándolos para emitir más veneno convertido en palabras. 

— No eres nada sin mí— le soltó haciendo que su cuerpo rebotara en el piso para después quedarse estampado en éste. Rowanna se sentía impotente, su hermana le trataba como una sirviente, humillándola en cada ocasión.

 Pero que más podía hacer, le quería y a veces el mimos amor es la perdición de las almas. — Que quieres que haga— murmuró envolviéndose en el tafetán negro, la rubia la vio por encima del hombro frunciendo el entrecejo muy a su estilo. — Vamos a liberar a mi mascota— sonrió.

«Gandalf esta muerto» la noticia le golpeo el cuerpo como si fuesen los primero vientos del norte aniquilando la calidez del sol en un solo soplo.

—Eso es imposible— murmuró la reina desplomándose en la primera butaca que se le cruzó, sus ojos se movieron de un lado a otro tratando de comprender lo que el mensajero de Lothlorien había exclamado minutos antes.

 — Así es su majestad— inclinó la cabeza el elfo de larga cabellera dorada como si fuesen los primero rayos del sol sobre el agua.

— Agradezco la humildad de Celeborn y Galadriel al avisar de tan desdichado acontecimiento— Muirgen aun no se recuperaba del impacto, Thranduil fue quien se encargó de mandar algunas palabras al reino de Lothlorien pero la mujer aun estaba pasmada por la noticia tanto que su cuerpo se congeló por unos segundos. 

— Muirgen por favor— trató de reanimarla pero ninguna de sus palabras fue lo suficientemente fuerte como para sacarla de su trance, el silencio es conocimiento, decía su abuelo antes de caer en ese fango de maldad y poder. 

 Muirgen seguía ahí ahogándose en las lagunas de conocimiento que su cabeza celosamente albergaba, si Gandalf había muerto todo iba a salir mal, cómo podría un pequeño Hobbit y su acompañante cruzar Mordor, aun cuando llevasen a fuertes guerreros de cada raza. 

Forbidden Love [Thranduil]  || WATTYS LONGLIST 2018|| PROCESO DE CORRECIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora