Yavanna's Sin

503 34 0
                                    

CAPITULO ANTERIOR

— Rowanna, escucha, aquí está la comida, no salgas para nada comprendes y no vayas a buscarme— una sonrisa cómplice apareció en el rostro de la ahora llamada Rowanna. — No te enojes hermanita, sólo quería ver como crecían las flores que le mando a Muirgen— eran tan diferentes, para que querría Sauron a alguien tan noble como Rowanna, no iba a servirle de mucho, pensó.



En medio del bosque en una torre forrada de enredaderas de las cuales brotaban hermosas flores carmesí se encontraba una mujer viendo a la deriva perdiendo sus ojos con el follaje de los árboles, llevaba meses sin ver a su hermana, por las aves sabía que una batalla había azotado una parte de aquella tierra pero no se atrevió a salir pues su hermana siempre le advirtió que fuera había un sin fin de peligros.

— ¿qué perturba tanto esa mente tuya, hija mía?— la voz melodiosa de su madre se abrió paso en el silencio de la torre, viró la mirada sólo para encontrarse con la de su madre o al menos así le llamaba a aquella mujer que le había protegido y enseñado cada cosa que sabía.

— Estoy preocupada por Ravenna— susurró acercándose a la silla dónde se encontraba aquella hermosa mujer de cabellos chocolate, alzó un brazo para atraerla, con mucho cuidado se posó a sus pies, parte de su rostro descansaba en la suave pierna de su madre.

— No te preocupes, pronto vendrá— mintió por el bien de Rowanna, no era capaz de decirle que su perversa hermana había doblegado su vida ante las manos de su propia hija; La ahora joven era demasiado inocente para percatarse del verdadero mal que poco a poco se extendía por Tierra media, inclusive estaba consiente de que debería llevársela a su hogar, sin que tuviese contacto alguno con algún ser maligno que rondara entre las sombras de la noche. 

—¿por qué no vienes conmigo?— Rowanna se sobresalto sólo de escuchar aquellas palabras, ella no quería dejar a su hermana, a su sobrina, menos cuando las batallas había resurgido de las cenizas. Yavanna comprendió la respuesta en el fondo cristalino de los ojos de su pequeña Anna como le llamaba, pero su corazón no podía permitirse abandonarla, no en ese preciso momento cuando la maldad podía respirarse, por más que los demás Valar se opusieran, iba a llevársela de ahí.

— ¡Es una incensaste Yavanna!— gritó Varda desplomándose en uno de los hermosos muebles que fungían como asiento del consejo de los Valar, a su lado Ulmo la miraba con desaprobación.

— no me vean de esa forma, menos tú, Ulmo— le acribilló con todo lo que su melodiosa voz daba, pero el Valar viró la mirada hacia un espacio vacío.

— La situación de Ulmo es diferente— defendió Varda volviendo a cruzar la pierna, ésta vez Yavanna se levantó de la silla apretando los puños al lado de su vestido verde pardo. 

—¡No!— gritó haciendo que los demás valar viraran la mirada perturbados por le sonido de su voz — Voy a traer a Rowanna aquí, no voy a dejar que termine como Ravenna— al mencionar el nombre de aquella criatura los ojos de Ulmo se crisparon en enojo, inclusive sus facciones se habían vuelto más duras.

— él haría lo mismo por su hija— esas últimas palabras habían colmado la paciencia de el señor de las aguas, tanto que a pesar de que la mano de Varda le tomaba el brazo se levantó para enfrentar a Yavanna.

— La diferencia es que yo engendré a Muirgen, tu sentimentalismo nos llevará a la ruina, no puedes protegerla de todo, Ravenna tuvo contacto con ella y estoy seguro de que ya está corrompida— escupió con el rostro un tanto deformado por la rabia que lo recorría, Yavanna no pudo contestar con palabras así que golpeó la mejilla de Ulmo sólo para después tomar su forma astral y desaparecer del concilio.

Forbidden Love [Thranduil]  || WATTYS LONGLIST 2018|| PROCESO DE CORRECIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora