Forbidden Love [Thranduil] || WATTYS LONGLIST 2018|| PROCESO DE CORRECIÓN

Hunted

                 

Su vestido negro se ondeaba como las velas de un barco en altamar, Saruman desde una esquina simplemente veía como su  hija comenzaba a romper cada una de los artefactos que componían sus aposentos.

— Esa niña idiota echó todo a perder— gritó nuevamente azotando un jarrón de cerámica azul oscuro que contenía algunos papiros en su interior, el mago blanco seguía observándola, sin decir palabra.

— Anna, cálmate que así no puedes pensar— murmuró calmado pero Rowanna seguía hecha una furia, un pedazo de carbón ante las llamas.

— No puedo, dije que iba a matarla y lo haré— el báculo de Saruman se interpuso en su camino propiciándole un golpe en los muslos, aquel movimiento la lanzó directo a la cama.

— No puedes tocar a Muirgen y lo sabes, él la necesita— se levantó de la silla alisando su túnica blanca como las nubes que se apilaban a lo lejos.

— te recomiendo que busques algo para que sucumba ante la presencia del anillo y que sea rápido— salió del lugar dejando a su hija aun más encolerizada que al principio, aquella mujer de cabellos dorados había matado su hermana sólo por el amor de un elfo insignificante, y ella la haría pagar por el dolor que se enterraba cada día en su alma, aquella sed de venganza que era como una acido en su garganta, matar a Muirgen era lo único que aliviaría su pesar.

Tensión pura en el lugar, inclusive las velas que adornaban la recamara de la princesa se veían frágiles, la joven se encontraba sentada en su cama con la cabeza  gacha, su padre ahora estaba frente a ella, con las cejas levantadas por el enojo que su cuerpo estaba acumulando desde que su amada le había explicado la situación.

— Comprendes el gran riesgo al que te expusiste señorita— recalcó Thranduil en un tono de voz extraño , casi como si estuviese a punto de gritar y mostrar aquella cicatriz que tanto Muirgen había tratado de desaparecer.

— Tu madre y yo hemos sacrificado muchas cosas para que Caleb y tú se encuentren en paz, y así nos pagas, hablando con una desconocida que claramente lo único que quería era manipularte— Ithil estaba a punto de las lagrimas, su madre siempre los trataba severamente, no de la forma violenta, sino estricta, y lo agradecía, pero su padre, jamás le había hablado tan enojado, tal vez eso era lo más duro de digerir.

— Tendrás una dama de compañía, no podrás salir del reino y se te quitara el privilegio de  bajar hasta el centro medicinal— los ojos de la joven estaban abiertos de más, ahí era dónde hacía sus pócimas, experimentaba, junto con los  conocimientos de los sanadores, arte que su madre desconocía.

— Thranduil— llamó su amada pero inclusive a ella le fulminó con la mirada negándole levemente con la cabeza, sabía que intercedería por su hija, algo que no iba a permitir, no, su hija no sería otra Ravenna.

— Mis ordenes a  caso son sonidos que el viento se lleva, he hablado Muirgen, no se le devolverán sus privilegios hasta que Ithil no recobre la sensatez que perdió al ponerse en peligro y es mi última palabra— su padre desapareció por la puerta rápidamente, Ithil se levantó de la cama para seguirlo aunque su madre trató de detenerla.

— ¡Padre por favor!— le llamó haciendo que le rey virara la mirada hacia ella, verla con lagrimas en los ojos podía doblegar su corazón, correr a abrazarla y  perdonarle fácilmente, pero si flaqueaba en ese momento ella jamás aprendería.

— No quería hacerlo padre, por favor perdóname— se aferró de su cintura pero éste la quito un tanto brusco alejándola de él, su ceja seguía arriba como signo de enfado.

— Me decepcionaste Ithil y es el precio que se paga por la incensaste— la joven estaba hecha un manojo de lagrimas, su madre se acercó a ella con delicadeza, no pudo más, enterró su rostro en el cálido pecho de su madre, la llevó a sus aposentos sin antes pedirle a una de las elfas que trajera una infusión para calmarle, Ithil después de tomar la infusión se dejó llevar por un sueño con aroma a azares, sólo así Muirgen aprovechó para  comenzar con los hechizos de protección, al menos tres en la habitación de su hija, seguida de la de su hijo.