Alice vs las Fuerzas del Cosmos

Cap. 78: La Sombra de Mewni I.

Un nuevo día asoma por el horizonte de Mewni, la ciudad comienza a despertar paulatinamente mientras sus habitantes se disponen a comenzar sus rutinas diarias. Aquel pueblo ha gozado un largo período de paz y prosperidad bajo el reinado de la familia Butterfly, sin embargo aquella tranquilidad no era señal de debilidad pues los mewmanos siempre se han caracterizado por ser un pueblo fuerte y resistente; en el pasado tuvieron muchos conflictos con los monstruos, sin embargo en cierto período se llegó a una especie de acuerdo o tregua de cualquier hostilidad que se mantiene hasta los días presentes.

Curiosamente, mientras la ciudad respiraba esa calma tan agradable a la que sus habitantes ya estaban acostumbrados, en el castillo parecía haber un pequeño escándalo sin precedentes. Varios miembros de la servidumbre corrían y venían de un lugar a otro mientras que los guardias se encontraban en todas partes; todos buscando algo muy en concreto con extrema urgencia. El origen de la conmoción parecía haber comenzado en el estudio privado de la reina.

El lugar se encontraba en la cima de una de las torres del castillo, lleno de estanterías repletas de libros, archivadores así como una mesa de trabajo junto a un gran ventanal que daba a un balcón; las paredes se encontraban pintadas de azul oscuro y estaban adornadas con retratos de diferentes reinas que en su momento ostentaron el trono; el techo por su parte se encontraba pintado de tal manera que parecía simular el firmamento nocturno y era como una fiel representación del posicionamiento de las estrellas en una muy concreta etapa del año; más precisamente aquel cielo nocturno representaba la noche estrellada que era posible verse en Mewni durante el invierno, la época en la que la actual reina Butterfly conmemoraba su fiesta anual de natalicio. Aunque... A diferencia de otros días, en ese momento aquella habitación se encontraba terriblemente desordenada, el suelo estaba lleno de papeles regados por cada rincón, libros amontonados por todas partes, incluso algunos pocos libros caían al suelo por la mano responsable de ese desorden.

-"¡No! ¡No! ¡No! ¿¡Dónde está!? ¡Maldita sea!"

Se quejaba aquella mujer mientras sacaba otro libro de una de las estanterías y lo arrojaba indiscriminadamente al suelo detrás de ella para luego tomar otro, con cada fallo en su búsqueda su rostro parecía amargarse cada vez más, envuelto a su vez en un terrible temor que no hacía más que crecer en el interior de su corazón. La dama de pálida piel y oscuro cabello azulado se movió hacia la siguiente estantería tras vaciar aquella en la que rebuscaba sin descanso, aun vestía aquellas ropas con las que dormía, un largo vestido negro simulaba al igual que el techo un patrón estrellado, aunque este no era correcto y no seguía un mapa estelar concreto, tan solo era mera estética nada más; la corona dorada en su cabeza, símbolo de realeza, se encontraba tambaleándose y casi parecía que caería de su cabello desordenado y poco atendido pues aquella mañana ni siquiera había tenido tiempo para acicalarse; sus hombros estaban recubiertos por una fina tela azul semitransparente que colgaba hasta su cintura, actuaba como capa y bufanda al mismo tiempo cubriendo parcialmente sus labios. En sus mejillas traía las marcas de la magia, marcas que surgían en aquellos miembros de la familia real de Mewni y representaban su relación con la propia magia en sí misma; las marcas de aquella mujer en particular tenían el peculiar aspecto de una estrella de seis puntas, símbolo del conocimiento y sabiduría.

-"Calma querida, en el estado en el que te encuentras no podrás pensar racionalmente las cosas."

Habló un pequeño hombrecillo de piel azul que flotaba a espaldas de la dama, frotaba su larga barba blanca con una mano mientras mantenía sus piernas cruzadas como si estuviese meditando; vestía una túnica amarilla que cubría todo su cuerpo y poseía un cristal magenta incrustado en su frente. A diferencia de la reina, el pequeño se encontraba bastante calmado, incluso se podría decir que lucía un poco aburrido e indiferente a la situación.