𝓐𝓵𝓸𝓷𝓮
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❝ Termina lo que empezaste.
La soledad siempre fue su mejor compañia.
Alana es una joven cientifica, atrapada en
las instalaciones de CRUEL. Su existencia
se reduce a una sola tarea: monitorear el
sujet...
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1 | No subestimes
EL ÁTICO ERA FRÍO Y OSCURO, con apenas una pequeña ventana rota por la que entraba la luz de la luna. Alana, de seis años, estaba acurrucada en el suelo, su cuerpo temblando no solo por el frío, sino también por el miedo que la envolvía. En sus brazos sostenía a su hermanito Charles, un bebé que no dejaba de llorar, sus sollozos llenaban la pequeña habitación con un eco desesperado.
Llevaban dos días atrapados en aquel lugar. El hambre se convertía en una punzada constante en su estómago, un recordatorio de lo que no tenían. Alana sabía que no podían salir; su madre se lo había advertido con sus últimas palabras antes de desaparecer detrás de la puerta del ático.
— Por lo que más quieras, no abras esta puerta, Alana. Cuida a Charles — le había dicho su madre, su voz temblorosa y su rostro marcado por el pánico.
Desde entonces, Alana había hecho todo lo que pudo para seguir esa instrucción. Había acumulado todos los objetos que pudo encontrar en el ático, apilándolos contra la puerta para bloquearla. Pero los gritos... los gritos no paraban. Gritos inhumanos que parecían provenir de una criatura que no era su madre. Su madre, convertida en algo más, en algo que no podía entender, en algo que ahora la acechaba desde el otro lado.
Alana sentía el suelo frío bajo sus pies descalzos mientras observaba la puerta temblar con cada golpe. Cada sonido resonaba en sus oídos como un trueno, cada grito era un cuchillo clavándose en su alma. Sabía que su madre estaba ahí afuera... o al menos lo que había sido su madre. Recordaba su rostro, los ojos llenos de miedo.
El tiempo pasaba lentamente. Charles seguía llorando, su llanto agudo resonaba en sus oídos y hacía eco en las paredes del ático. Alana trató de calmarlo, acariciando suavemente su cabeza, murmurando palabras suaves que no podía recordar dónde las había escuchado antes.
Los gritos se detuvieron de repente, creando un silencio aún más aterrador. La pequeña Alana se quedó inmóvil, conteniendo la respiración. Entonces, los golpes contra la puerta se hicieron más fuertes, más desesperados, y el ruido de las bisagras cediendo bajo la presión llenó el aire. Charles comenzó a llorar más fuerte, sintiendo la tensión de su hermana.
Los objetos que había apilado frente a la puerta salieron volando en todas direcciones, y una pequeña abertura apareció, dejando pasar un rayo de luz. Alana apretó a Charles contra su pecho, su respiración se volvió errática.
Sus ojos se fijaron en la entrada, esperando ver la figura de su madre transformada, el monstruo que se había convertido. Su mente se llenó de imágenes de lo que podría suceder, de lo que tendría que hacer para proteger a su hermano.
