IV

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❪ IV, ❜❜  :tulip: ੭ ⁾⁾
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4 | Humanidad

LLEGO AL ÚLTIMO CAMPO de concentración de los inmunes, observando con una mezcla de frialdad y nerviosismo mientras los sujetos comenzaban a ser escoltados hacia el tren. Habían preparado este traslado durante meses, anticipándose a cada posible obstáculo. El aire estaba cargado de tensión, y los murmullos de los prisioneros llenaban el ambiente como una tormenta inminente.

De repente, el sonido seco de un golpe resonó por el campo. Uno de los prisioneros había lanzado un puñetazo a un guardia, quien rápidamente respondió con un fuerte golpe de su arma, impactando al chico en el rostro. En cuestión de segundos, la situación se desbordó en un caos. Alana, sin dudarlo, entregó su tableta al guardia más cercano y se abrió paso entre la multitud en pánico.

Al llegar al centro del tumulto, vio al joven prisionero en el suelo, con el rostro ensangrentado y las manos temblando de dolor. Antes de que el guardia pudiera golpearlo de nuevo, Alana se interpuso, deteniendo el brazo del hombre.

— ¿Quién te crees que eres para golpearlo así? — espetó Alana, su voz firme pero cargada de rabia contenida.

El guardia, sorprendido por su intervención, le lanzó una mirada furiosa. — ¿Y quién eres tú para darme órdenes? — replicó, empujándola hacia atrás.

Alana mantuvo su posición, sin dejarse intimidar. — Soy la encargada del equipo médico, responsable de todos los sujetos aquí presentes —respondió con frialdad, sin apartar la mirada del hombre — Y no permitiré que los lastimen de esta manera.

El guardia soltó una carcajada amarga y despectiva. — Ah, ya veo. Así que tú eres la "doctorcita" de la que Janson nos habló. La que cree que tiene ciertos... privilegios. — Su tono era sarcástico y burlón. — Vuelve a tu lugar antes de que te metamos en problemas.

Alana sintió una oleada de rabia recorrer su cuerpo, pero sabía que tenía que mantener el control. No podía dejar que la provocaran. — Esto no se trata de privilegios — respondió con calma, aunque sus ojos destellaban de indignación — Se trata de humanidad. No dejaré que continúes con esto.

El guardia la miró con desprecio, pero por un momento, dudó. La autoridad en su voz y la resolución en su postura le hicieron reconsiderar sus opciones. Un murmullo comenzó a extenderse entre los demás prisioneros, quienes observaban la escena con esperanza en sus miradas. Era evidente que estaban buscando un rayo de luz, una señal de que alguien aún se preocupaba por ellos.

— Vuelve a tu puesto, ahora — insistió el guardia, aunque esta vez con menos convicción.

Alana no se movió, manteniendo su posición desafiante. — Haz tu trabajo, pero no a costa de la dignidad de estas personas.

𓂃࣪𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐳𝐞 𝐑𝐮𝐧𝐧𝐞𝐫 |  Alone 𓏲ּ  NewtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora