XIV

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❪ XIV, ❜❜  :tulip: ੭ ⁾⁾
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14 | VIRUS

LAS LÁGRIMAS DE ALANA CAÍAN SIN CESAR mientras seguía avanzando, sin atreverse a mirar atrás. Su corazón palpitaba con un ritmo frenético. Al abrir su mano, vio la jeringa vacía, el suero ya no estaba. Lo había inyectado, pero aún así, el miedo no la abandonaba. Cerró los ojos, tratando de sofocar el pánico que se apoderaba de ella, pero su cuerpo tembló cuando una explosión cercana la derribó.

La jeringa rodó lejos de su alcance. Intentó levantarse, pero un ardor agudo invadió su garganta. Cuando escupió, un líquido oscuro manchó el suelo frente a ella.

Con un dolor creciente en el pecho, vio las venas negras extendiéndose como una red maldita a lo largo de su piel. El virus estaba ganando terreno. Tosió de nuevo, todo a su alrededor se volvió borroso, como si el mundo se apagara lentamente.

Usando las últimas fuerzas que le quedaban, intentó imaginar la sonrisa de Newt, ese refugio en medio del caos. Pero esa imagen, ese recuerdo tan querido, comenzó a desvanecerse como un papel quemado por el fuego. La desesperación se aferró a ella con fuerza, mientras sentía el ardor del virus arrasando por su cuerpo.

Apretó los dientes, tratando de mantener los ojos abiertos, pero el cansancio la estaba venciendo. Respiraba con dificultad, sus manos aferrándose a la tierra en un intento desesperado de mantenerse consciente. Fue entonces cuando, entre la neblina de su visión, vio a un pequeño figura familiar a pocos metros de ella.

Chuck.

Alana parpadeó varias veces, su corazón se aceleró y el aire pareció detenerse en sus pulmones. ¿Cómo podía ser? Chuck estaba ahí, de pie frente a ella, mirándola con una expresión tranquila, como si nunca hubiera ocurrido lo que ambos sabían que había pasado. Alana abrió la boca, su voz quebrada por la incredulidad.

— Chuck... — susurró, con un nudo formándose en su garganta. — Chuck...

El pequeño no respondió, pero sus ojos seguían fijos en ella mientras se acercaba lentamente. A medida que avanzaba, Alana comenzó a notar algo extraño en su apariencia: su ropa manchada de sangre y la herida de bala que atravesaba su pecho, justo como la última vez que lo había visto. Un escalofrío recorrió su espalda. Chuck estaba como en el último momento de su vida.

— No... no puede ser — murmuró Alana, con la voz quebrada.

Chuck se agachó a su lado, sus ojos grandes y brillantes llenos de una tranquilidad desconcertante. Alana tragó saliva, sin poder apartar la vista de aquella herida que le recordaba el dolor de su pérdida. Aún así, el niño le sonrió, una sonrisa triste pero llena de afecto, como si quisiera consolarla de algún modo.

𓂃࣪𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐳𝐞 𝐑𝐮𝐧𝐧𝐞𝐫 |  Alone 𓏲ּ  NewtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora