𓂃࣪𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐳𝐞 𝐑𝐮𝐧𝐧𝐞𝐫 | Alone 𓏲ּ Newt

━━ 𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚

E X T R A

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❪ H O G A R , ❜❜  :tulip: ੭ ⁾⁾
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EL AUTOBÚS AVANZABA LENTAMENTE POR LAS CALLES DE LA CIUDAD, sacudiéndose con cada bache en el pavimento. Afuera, las luces de los edificios destellaban con un resplandor frío, reflejándose en los charcos de agua estancada en la acera. La noche había caído hacía un rato, y la niebla comenzaba a cubrir los callejones estrechos entre los rascacielos.

Alana sostenía sus libros contra su pecho, los dedos ligeramente entumecidos por el frío que se filtraba a través de la ventana rota del autobús. Estaba agotada. Las clases en la universidad habían sido interminables y su mente aún revolvía las teorías que su profesor había explicado en neurociencia avanzada. Pero a pesar del cansancio, su preocupación por Charles nunca desaparecía del todo.

El autobús se detuvo en su parada habitual con un chirrido agudo. Alana bajó, sintiendo la humedad en el aire pegándose a su piel. Sus pasos resonaron contra la acera mojada mientras se ajustaba la bufanda alrededor del cuello y echaba un vistazo a su alrededor. La ciudad nunca dormía, pero había algo en la forma en que las luces titilaban esa noche que la hacía sentir inquieta.

Fue entonces cuando su teléfono vibró en su bolsillo.

Lo sacó de inmediato, y su corazón se encogió al ver el nombre en la pantalla: Charles.

Deslizó el dedo para contestar.

— ¿Dónde estás? — preguntó de inmediato, sin molestarse en saludar.

Al otro lado de la línea, el sonido de música atronadora y voces riendo de fondo hicieron que su estómago se revolviera.

— ¿Chuck? — repitió, su tono más severo.

— Estoy en una fiesta, relájate un poco — respondió el chico, con la voz arrastrada por la emoción.

Alana apretó la mandíbula.

— ¿¡Una fiesta!? ¡Chuck, me prometiste que estarías en casa estudiando! ¿Dónde estás?

— No es para tanto, nanita. Solo es una reunión pequeña...

El sonido de un vaso rompiéndose y gritos de emoción hicieron que Alana se detuviera en seco en medio de la acera.

— Charles, dime dónde estás. Ahora.

— Tengo que irme. Nos vemos en casa.

— ¡No cuelgues!

Pero la llamada ya se había cortado.

Alana se quedó inmóvil, sintiendo la ira y la preocupación mezclarse en su pecho. Volvió a marcar el número de Charles, pero la llamada fue directo al buzón.

— ¡Maldita sea! —susurró entre dientes.

Sin pensarlo dos veces, marcó el número de su tía, la única persona que podía ayudarla en ese momento.

El teléfono sonó una vez. Dos. Tres.

Pero la llamada nunca fue respondida.

Alana frunció el ceño. Su tía Paige siempre contestaba, sin importar la hora. Algo no estaba bien.

El viento sopló con más fuerza, haciendo que las luces de los postes parpadearan por un instante. Alana se abrazó a sí misma, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Su respiración se volvió más pesada mientras sus pensamientos se aceleraban.