Un Destino Inesperado.

Capítulo 5: El Despertar de Un Sentimiento

Capítulo 5: El Despertar de Un Sentimiento

Los días en la Aldea de la Hoja continuaban tranquilos, pero para Sasuke, las cosas habían comenzado a cambiar de una manera que no esperaba. Últimamente, Naruto y Sai estaban cada vez más unidos, pasando tiempo juntos, entrenando, comiendo en Ichiraku-Ramen, e incluso compartiendo bromas que hacían reír a carcajadas a Naruto. Era una amistad que se había desarrollado rápidamente, y aunque Sasuke no lo expresaba abiertamente, algo dentro de él comenzaba a revolverse cada vez que los veía juntos.

En una tarde soleada, Naruto y Sai estaban entrenando en el campo de entrenamiento, ambos jadeando después de una intensa sesión de sparring. Naruto, con su energía inagotable, se desplomó en el suelo riendo.

Naruto, entre risas: Sai, ¡eres mucho mejor de lo que pensaba! Pensé que te ganarías más fácilmente.

Sai, con una sonrisa genuina: Bueno, creo que aún me queda mucho por aprender de ti, Naruto.

Sasuke, observando desde la distancia, no podía dejar de notar la manera en que los dos se llevaban. Cada risa de Naruto resonaba en su mente como un eco molesto, y sin saber por qué, un nudo de frustración comenzaba a formarse en su pecho. Sentía una incomodidad que no lograba entender, pero que lo hacía querer alejarse de ellos cada vez más.

Sin embargo, Naruto no tardó en notar la ausencia de su compañero.

Naruto, mirando hacia Sasuke: Oye, Sasuke, ¿por qué estás ahí tan apartado? ¡Ven a entrenar con nosotros!

Sasuke frunció el ceño, sin moverse de su posición.

Sasuke, con frialdad: No necesito perder el tiempo con tonterías como ustedes.

Naruto, con su típica actitud despreocupada, corrió hacia Sasuke, ignorando por completo su tono frío. Sai los observaba desde el campo, pero no intervenía.

Naruto: Vamos, teme, no seas tan amargado. Sai y yo estamos mejorando mucho. ¿O acaso te sientes intimidado?

Sasuke, con una mirada afilada: No me hagas reír, usuratonkachi.

Naruto cruzó los brazos, desafiando a Sasuke con una sonrisa juguetona.

Naruto: Ah, ya veo. Estás celoso porque Sai es mejor que tú.

Las palabras de Naruto fueron dichas en tono de broma, pero para Sasuke, esas palabras parecieron encender una chispa en su interior. Su mandíbula se tensó, y su mirada se volvió aún más fría.

Sasuke, acercándose a Naruto: No tienes idea de lo que dices, dobe.

Naruto retrocedió un poco, sin perder su sonrisa.

Naruto: Oh, vamos, Sasuke, es solo una broma. No tienes que ponerte así. Deberías relajarte un poco.

Sasuke lo miró fijamente durante unos segundos antes de darse la vuelta bruscamente, alejándose de ambos. Naruto lo observó, confundido.

Naruto: ¿Qué le pasa?

Sai, que había estado en silencio hasta entonces, se acercó tranquilamente.

Sai: Tal vez no está acostumbrado a compartir tanto tiempo con otras personas.

Naruto se encogió de hombros, aún desconcertado por la actitud de Sasuke, pero no le dio demasiada importancia. En cambio, decidió continuar su entrenamiento con Sai, riendo y disfrutando del momento. Mientras tanto, Sasuke se encontraba sentado en la rama de un árbol cercano, con los brazos cruzados y la mente llena de pensamientos que no lograba ordenar.

¿Por qué se sentía así? ¿Por qué le molestaba tanto ver a Naruto tan cercano a Sai? Los celos eran una emoción que Sasuke no estaba dispuesto a aceptar, pero la realidad era que no podía negar lo que sentía. Cada vez que los veía juntos, una sensación amarga le invadía el pecho.

En los días siguientes, la situación no mejoró. Naruto y Sai seguían pasando tiempo juntos, y Sasuke, aunque no lo mostraba, se encontraba cada vez más perturbado por ello. Durante los entrenamientos, sus ataques se volvían más agresivos, como si intentara liberar esa frustración contenida.

Un día, después de una misión en la que Naruto y Sai colaboraron estrechamente, Sasuke no pudo soportarlo más. Mientras el equipo regresaba a la aldea, decidió confrontar a Naruto.

Sasuke, deteniéndose en el camino: Naruto, tenemos que hablar.

Naruto, sorprendido: ¿Eh? ¿Sobre qué, teme?

Sasuke, con el ceño fruncido: Últimamente, estás perdiendo el enfoque. Pasas demasiado tiempo con Sai y no te concentras en lo que realmente importa.

Naruto, confundido: ¿Qué estás diciendo? Solo estamos entrenando y divirtiéndonos un poco.

Sasuke: No tienes tiempo para esas tonterías si realmente quieres volverte más fuerte.

Naruto, molesto: ¿Y qué? ¿Ahora me vas a decir cómo debo entrenar? ¡Yo también quiero mejorar, pero no todo tiene que ser tan serio como tú!

Sasuke apretó los puños, sintiendo que la conversación se estaba desviando, pero no sabía cómo expresar lo que realmente lo estaba molestando. En lugar de eso, su frustración creció aún más.

Sasuke, enojado: Si sigues distrayéndote con Sai, nunca serás lo suficientemente fuerte para alcanzar tu sueño de ser Hokage.

Naruto, enfadado: ¡No me distraigo! ¡Y no necesito que me digas qué hacer!

Sai observaba desde la distancia, sin intervenir, mientras la tensión entre Naruto y Sasuke aumentaba. Sakura, por su parte, estaba sorprendida por la intensidad de la discusión, pero sabía que era mejor no involucrarse.

Sasuke, en voz baja: Estás siendo un idiota, Naruto.

Naruto, sin pensarlo dos veces, le devolvió el insulto: ¡Y tú eres un bastardo arrogante, Sasuke!

En ese momento, la seriedad de la situación se desmoronó cuando ambos se quedaron en silencio, mirándose fijamente. Naruto, sin poder evitarlo, empezó a reír.

Naruto: No puedo creer que nos estemos peleando por esto. Eres un idiota, Sasuke.

Sasuke lo miró con incredulidad, pero poco a poco, la tensión en su rostro se relajó, y aunque no lo admitiera, la risa de Naruto lo contagió.

Sasuke: Eres un completo dobe.

Naruto siguió riendo mientras Sai y Sakura observaban la escena. La tensión que había llenado el aire se disipó, y aunque Sasuke aún sentía ese extraño conflicto interno, no pudo evitar sentirse un poco más aliviado.

El día terminó con Naruto haciendo bromas tontas, tratando de hacer reír a todos, incluso a Sasuke. Aunque Sasuke seguía siendo distante, por dentro no podía negar que algo había cambiado en él. Había una chispa, un sentimiento que apenas estaba comenzando a comprender, pero que lo inquietaba profundamente. Sin embargo, por ahora, lo mantendría oculto.