26: Entrenamientos Estrictos.

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Capítulo 26: Entrenamientos Estrictos

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En el campo de entrenamiento, el viento frío de la mañana rozaba las mejillas de Menma, quien, a pesar del cansancio evidente en su cuerpo, mantenía su postura firme. Frente a él, Sasuke Uchiha, su padre, lo observaba con una mirada implacable. El Sharingan de Menma parpadeaba en sus ojos, aunque de manera inestable, y cada movimiento que hacía era una lucha entre su voluntad y el agotamiento.

—Otra vez, Menma. Tienes que concentrarte más —dijo Sasuke con un tono severo, sin apartar los ojos de su hijo.

Menma, jadeando, intentaba calmar su respiración. El sudor le recorría la frente, y aunque sus piernas le temblaban, no permitió que su cuerpo cayera.

—Lo... lo haré mejor esta vez —respondió con determinación, aunque el cansancio era evidente en su voz.

Sasuke, con los brazos cruzados, observaba cada movimiento. Menma se puso en posición nuevamente, intentando reunir la energía que ya casi no tenía. Sin embargo, el Sharingan de Menma titilaba, perdiendo su estabilidad, y sus movimientos comenzaron a volverse lentos y poco precisos.

Sasuke frunció el ceño al notar cómo su hijo empezaba a aflojarse. Era evidente que Menma estaba al límite de sus fuerzas, pero para Sasuke, esto era inaceptable.

—No estás enfocado. ¡Levántate y sigue! —exclamó con firmeza, dando un paso hacia adelante, como si su sola presencia pudiera infundir más fuerza en su hijo.

Menma, tembloroso y con los brazos cansados, levantó la mirada hacia su padre. No había espacio para la duda. A pesar de que sus músculos protestaban y su mente le pedía que se detuviera, Menma asintió sin titubear.

—Sí... papá... —murmuró, y de inmediato volvió a lanzarse a la tarea, intentando canalizar chakra en sus ojos para estabilizar el Sharingan.

Las horas pasaban sin piedad. El sol ascendía lentamente en el cielo, pero el tiempo parecía haberse detenido en el campo de entrenamiento. Menma llevaba más de cinco horas intentando controlar su poder, y aunque el cansancio era más que evidente en su cuerpo, no se detuvo ni una sola vez. A pesar de los golpes y las caídas, siempre se levantaba. Pero cada vez, le costaba más mantenerse en pie. Sus movimientos, aunque valientes, eran cada vez más erráticos.

Sasuke, por su parte, seguía entrenándolo sin distraerse. No mostraba ni un ápice de compasión. El hecho de que Menma continuara de pie, aunque agotado, no era suficiente para él. Su mirada fría lo analizaba todo, y cada vez que Menma fallaba, el ceño de Sasuke se fruncía más.

—Menma, si sigues así, no llegarás a ninguna parte —dijo Sasuke, molesto, al ver cómo su hijo fallaba una vez más en controlar el Sharingan.

Menma, a duras penas, logró levantarse del suelo. Tenía las manos raspadas y las rodillas temblorosas, pero la determinación brillaba en sus ojos.

—No... me rendiré... —respondió con voz temblorosa, pero firme—. Lo conseguiré... te lo prometo.

Sasuke frunció el ceño aún más, viendo cómo Menma seguía esforzándose a pesar del evidente agotamiento. Pero antes de que pudiera decir algo más, una presencia familiar se acercó al campo de entrenamiento.

Naruto, con el ceño fruncido, caminaba hacia ellos. Había estado observando desde la distancia, preocupado por el estado de su hijo. Al acercarse lo suficiente, pudo ver los rasguños en las manos de Menma, el sudor que empapaba su ropa y la mirada exhausta en sus ojos.

—¡Ya es suficiente! —exclamó Naruto, interrumpiendo el entrenamiento mientras se acercaba rápidamente a su hijo—. Menma, ya no puedes seguir así. Estás lastimado.

Menma, al escuchar la voz de su otro padre, levantó la cabeza. Aunque estaba agotado, no podía permitirse detenerse ahora.

—Papá... puedo seguir... por favor, déjame continuar —insistió Menma, aunque su voz traicionaba su cansancio.

Naruto, cruzando los brazos, miró a su hijo con una mezcla de preocupación y determinación. No iba a permitir que Menma se siguiera lastimando, no así.

—No, Menma. El entrenamiento ha terminado por hoy. No puedes seguir forzándote de esta manera —dijo con firmeza, su tono no dejaba espacio para la discusión.

Sasuke, al ver la intervención de Naruto, frunció el ceño, molesto. No le gustaba que interrumpieran su entrenamiento, y mucho menos que le dijeran cómo debía entrenar a su hijo.

—¿Por qué te entrometes? —preguntó Sasuke con frialdad, lanzando una mirada gélida a Naruto—. Este entrenamiento es necesario para que Menma controle su poder.

Naruto lo miró, con el ceño aún más fruncido.

—¡Porque lo estás forzando demasiado! Menma está exhausto, Sasuke. ¡No puedes seguir empujándolo así! —replicó Naruto, su voz cargada de preocupación, pero también de enojo.

—Este es mi entrenamiento —respondió Sasuke, manteniendo su tono frío y distante—. No necesito que te entrometas en cómo entreno a nuestro hijo.

Naruto, con los brazos cruzados, se plantó firmemente frente a Sasuke, sin retroceder ni un milímetro.

—Menma necesita descansar, Sasuke. No puedes tratarlo como si fuera una máquina. Es solo un niño —dijo Naruto, su voz más calmada pero llena de firmeza.

—Necesita ser fuerte. Si no lo es, no podrá protegerse a sí mismo ni a los que ama —replicó Sasuke, su tono aún lleno de enojo.

Naruto suspiró, cansado de la terquedad de Sasuke. Sabía que su esposo quería lo mejor para Menma, pero también sabía que Sasuke podía ser extremadamente duro cuando se trataba de entrenar.

—No puedes ser tan estricto con él todo el tiempo, Sasuke. Menma te admira, pero también necesita descansar. No todo es poder —dijo Naruto, mirándolo con suavidad, esperando que Sasuke entendiera.

Sasuke mantuvo su mirada fría durante un momento, sin decir nada. Finalmente, después de unos segundos de silencio, asintió ligeramente, aunque su tono seguía siendo distante.

—Está bien. Quizás me excedí esta vez —dijo Sasuke, sin mirar directamente a Naruto—. Pero él necesita ser fuerte.

Naruto sonrió con ternura, acercándose a Sasuke y poniendo una mano en su hombro.

—Lo sé, Sasuke. Pero también necesita a su padre... no solo a su maestro estricto —respondió Naruto, su tono suave.

Sasuke, aún frío pero visiblemente más relajado, permitió que Naruto se acercara. Sin previo aviso, Naruto se lanzó hacia él, abrazándolo con fuerza.

—Lo haces bien, ¿sabes? Eres un buen padre —murmuró Naruto, antes de levantar la cabeza y darle un suave beso en los labios.

Sasuke correspondió el gesto con una leve sonrisa, aunque todavía mantenía su típica frialdad.

—No soy perfecto —respondió Sasuke, relajado por el contacto.

Menma, quien había estado observando todo en silencio, sonrió al ver a sus padres reconciliándose. Aunque estaba agotado, el cariño entre Naruto y Sasuke le llenaba de felicidad.

Un Destino Inesperado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora