El Fin

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Las horas pasaban, nuestros informantes nos iban avisando de los pasos que los hombres de Noah iban dando. Ya no nos quedaba mucho tiempo, por lo que decidimos dejar a los demás y Freddy y yo fuimos a cobrar nuestra venganza.

-Dame un minuto.

Entre en la que había sido mi habitación y saque una maleta que escondí bajo la cama. Al abrirla sonreí, como en los viejos tiempos. Me puse el traje, fui al espejo y me pinté un poco la cara. Todo empezó por este traje de payaso, y todo iba a terminar con él. Además Pogo echaba de menos el poder ser un poco salvaje, y este era el momento perfecto.

-Es tu turno Pogo, disfruta

- Y tu también Gustabos, tuyo será el último golpe, aunque nadie más que Pogos lo sepa.

Salí de la habitación y observe la escena como si de una película se tratara. Freddy se sorprendió al verme, pero luego solo pudo sacar esa sonrisa suya y vino tras de mí para terminar lo hacía unas horas habíamos empezado. Apagué la música y entramos en la habitación. La imagen era realmente maravillosa, un Nivel 8 completamente destruido se ponía ante nuestros ojos. Herido y hundido, eso era lo que yo quería lograr con todo esto y lo había conseguido. Quería que todo durase un poco más, pero a veces no todo sale según lo planeado.

-Bueno pavo, espero que hayas podido despedirte de la pelirroja esa. Llegó tu turno.

-Acabaré con vosotros, no se como pero me lo pagareis.

-¿Todavía te crees que estás en posición de amenazar a nadie neno?

- Y este que hace así vestido, espera... ¿Pogo?

-Vayas, parece que por fin nos has visto jefes. ¿Recuerdas cual es el arma favorita de Pogos?

- ¿Quien va a matarme de los dos eh? no creo que ni Toro ni Pogo estén tan de acuerdo en todo.

-Ay neno, vas a suplicar antes de que ese momento llegue.

Freddy y Pogo se miraron. Se acercaron a una mesa que estaba al fondo de la sala, detrás de Noah y eligieron armas. Ambos escogieron un cuchillo y se pusieron frente al Nivel 8. Pogo cedió el honor y dejo que Freddy comenzara el trabajo. Este; empezó a pasar el filo del cuchillo por el cuello de Noah, apenas lo pegaba al mismo pero alguna gota de liquido rojo empezó a brotar de su cuerpo; continuó su paseo bajando por el pecho y finalmente, asestó el cuchillo entre las costillas del Nivel 8 haciéndole gritar de dolor. Pogo se acercó y comenzó a hacer pequeños cortes en los brazos de Noah con su daga. Realmente estaba disfrutando como hacía años no lo lograba.

-¿Sabes algo Pogo? Toro aprendió hace muchos años a desangrar lentamente a una persona, ¿te parece oportuno hacerle sangrar como el cerdo que es?

-Pogos sabe de lo que Toro habla, por favor Toro es tu turno. Pogos quiere ver como el pobre de mierda se desangra antes de morir como una rata.

Los gritos de Noah cesaron por un momento cuando el cuchillo que Toro estaba paseando por su cuerpo se paró en su pierna. Sus ojos se dilataron y un grito de dolor salió del fondo de su pecho en el momento exacto en el que Toro clavo su cuchillo en ella, el punto exacto para tocar la arteria femoral. Dañada, pero no cortada, eso haría que fuera desangrándose poco a poco antes de morir. Pogo aplaudió la hazaña de Toro y volvió a acercarse a Noah. Puso su daga bajo sus ojos y apretó para simular así una lagrima en cada uno de ellos. Toro por su parte, siguió haciendo cortes por todo el cuerpo del mismo y tapó la herida de su pierna para que dejara de sangrar.

-Aún no maldito cabrón. No tienes permiso para morir. MÍRAME

No podía, no tenía fuerzas. Nuestra ropa estaba llena de su sangre, nuestras manos estaban cubiertas de ese maravilloso líquido rojo, nuestros cuchillos se clavaban poco a poco, una y otra vez en su cuerpo. Pogo observó a Toro y asintió con la cabeza, este se apartó y levantó la cabeza del Nivel 8 para dejar la yugular expuesta para Pogo.

-Da el último golpe Pogo. Todo esto es gracias a vosotros, os cedemos el golpe final.

-El golpe final no será mios, Gustabos es quien debe terminar con esto.

-Me parece bien neno, el lo empezó y el lo terminará ¿Un poco poético verdad rata de mierda? Tu mayor creación va a darte el golpe de gracia.

No era capaz de hablar, se nos acababa el tiempo. Pogo me dio mi espacio y tomé el relevo en la situación. Tenía su yugular a solo unos centímetros de distancia y estaba deseando clavarle el cuchillo hasta el fondo para acabar por fin con toda esta mierda. Estaba solo a unos centímetros y unos pocos segundos de ser libre por fin.

Toro no dejaba de observarme, cada movimiento mío era estudiado por él y entonces recordé que no había hecho mi teatro para ocultar la realidad de Pogo y Gustabo, pero poco me importaba en este momento. Fui a la mesa; limpié mi cara y mis manos de todo rastro de sangre, quería que Noah viera a su creación en todo su esplendor y cogí un cuchillo limpio y bien afilado. Cuando volví a acercarme al demacrado cuerpo de Noah, Freddy se aparto y se puso frente a él para ver el momento final.

Me puse detrás de el y cogí su cabeza para exponer su cuello. Le obligué a mirar a su esposa muerta tras aquel cristal. Recordé en segundos cada tortura, cada insulto, cada pinchazo en mi cuerpo y sonreí....

-Te veré en el infierno, maldita rata infecta

Clave sin dudar más el cuchillo en su yugular y el liquido rojo empezó a brotar; crucé con el mismo su cuello de izquierda a derecha. Estaba muerto, todo se había acabado por fín. Soy libre, somos libres. Yo, Pogo, Freddy..... éramos libres al fín de la CIA y del Nivel 8.

La ira dio paso a la calma y esta a la paz. Todo mi cuerpo se relajó y por fin sentía paz en mi interior. Somos libres. No se que va a ser de nosotros desde ahora, pero solo dependía de nosotros lo que iba a pasar en nuestro futuro. Observe el cuerpo inerte del Nivel 8 por unos minutos, sentí como todo el lastre de estos años abandonaba mi cuerpo por fin. Ya no quedaba nada; ira, miedo, rencor, odio.... aquella pequeña esperanza que una vez tuve y que nos trajo hasta este momento había opacado cualquier sentimiento y mi mente y mi cuerpo eran un remanso de paz.

En ese momento, Michelle abrió la puerta y nos alertó de que había movimiento fuera del búnker, nos estaban rodeando. Después de todo, aún me quedaba algo más por lo que luchar antes de ser completamente libre. Salí sin mirar atrás de aquella sala dejando atrás todo mi pasado y fui directo a mi habitación. Me cambié rápidamente de ropa y volví a equiparme con las armas que ahora iba a necesitar. Al final, si era cierto que la ciudad iba a arder.

Gustabo Garcia. El FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora