LAS CURVAS DE MI ABUELA...

26. ¡JUGAR EN SERIO...!

Y Agustín, que era el padre de Marcelo, miraba a su hijo que tomaba unas piedras y unas ramas secas en el patio trasero de su casa. Y el pequeño Marcelo, como una especie de "un pequeño Dios", le daba "vida" a las piedras y a las ramitas secas.

Tomó una ramita con su mano derecha y con la otra una piedra. Y la ramita, con la voz de Marcelo, "dijo": ¡Yo soy Rampinpun! ¡Y soy el hombre más fuerte de este lugar!

Y la piedra, con voz de Marcelo, pero distorsionada, le respondió: ¡No, Rampinpun! ¡No me hagas daño! ¡Sé que eres muy fuerte! ¡Y yo que soy la señora Pedreña! ¡Me das mucho miedo!

Entonces siguió diciendo Rampinpun: ¡Entonces! ¡Para no molestarme! ¡Cómprame chocolates!

Y la "señora Pedreña" salió a comprarle chocolates a Rampinpun...

Y el pequeño Marcelo se reía mientras "veía", lo que ocurría entre Rampinpun y la señora Pedreña.

Agustín, el papá de Marcelo, era conferencista en el área de gerencia empresarial. Ya que era el CEO o director ejecutivo de una reconocida empresa de liderazgo empresarial. Agustín adoptó y adaptó la escena o anécdota que pudo apreciar entre Rampinpun y la señora Pedreña. Y en la siguiente conferencia, frente a un connotado grupo de ejecutivos y exitosos líderes empresariales, dijo:

¡Y todos los niños juegan en serio! ¡Y sin saber! ¡Que no son dioses! ¡Crean y les dan vida a piedras y a ramitas secas de árboles! ¡Juegan tanto en serio! ¡Que viven diariamente y en cada segundo del día! ¡Viven en el éxito y la felicidad! ¡En sus no pequeños, sino grandes mundos! ¡Lo logran todo! ¡Porque no han contaminado sus mentes con el "no puedo"! ¡Y menos con la duda!

¡Ojalá que nosotros los adultos! ¡Pudiéramos jugar más en serio este juego llamado vida! ¡Si nos convencemos de que podemos hacerlo! ¡Como mi pequeño Marcelo! ¡Pudiéramos lograr y crear! ¡Muchas más grandes cosas en nuestras vidas!... Y para culminar la conferencia de hoy: ¡Solo quiero sugerirles y desearles! ¡Que aprendamos o reaprendamos! ¡A jugar mucho más en serio!

Moraleja: Los niños logran todo en sus grandes mundos, porque no saben que juegan absolutamente en serio.