El joven Claudio Pacheco Loggiodice al que todos en el barrio le decían "El buen amigo", era muy inteligente y sagaz. Todos lo admiraban por su buena puntería y por lograr con éxito todo lo que se proponía.
¡Invitemos a Claudio a tumbar mangos! ¡Él nunca falla! Y así todos disfrutaban de los mangos que Claudio tumbaba.
¡Tienes mucha puntería! Le dijo Cristóbal, uno de los jovencitos que era amigo de Claudio.
¡En realidad no la tengo!
¿Cómo que no la tienes? ¡Si estamos comiendo de los mangos que tumbaste... por tu buena puntería!
Y Claudio le dijo: En realidad, tengo una deficiencia visual desde que nací. Y por eso uso gafas... Pero mi papá me enseñó desde muy niño que, por mi condición visual, debía insistir más en aquello que requería de mis habilidades de lanzamiento. ¡Y en realidad! ¡Hago tantos lanzamientos! ¡Pero tantos! ¡Pero realmente tantos! ¡Que así logro los objetivos!
Y Cristóbal le hizo otra pregunta: ¿Y no te cansas de tantos intentos?
¡A veces me canso! Pero mi papá también me enseñó a descansar, evaluar y continuar hasta lograrlo.
Y siguió diciendo Claudio: Me dijo también mi papá que quien aplica el mismo método en la vida, lo más seguro es que siempre obtenga el éxito. Y que en el mundo hay mucha gente facultada con muchos dones y capacidades. Pero que no gozan de mantener la constancia y por ello fracasan... Y por eso hay mucha gente inteligente y fracasada.
¡Y es realmente necesario! ¡Quién no sabe mucho! ¡Pero lo intenta hasta lograrlo! ¡Que quienes lo saben todo! ¡Pero no tienen constancia!
Moraleja: Quienes aprenden a convertir una deficiencia en fortaleza y la unen a la constancia, son los que tienen el éxito asegurado.
ESTÁS LEYENDO
LAS CURVAS DE MI ABUELA...
RandomEsta obra intenta ser, además de un anecdotario... ser también un pequeño "libro consejero" en la vida diaria de líderes, orientadores, directores, profesores, maestros, padres, madres y todas aquellas personas que fungen como guías hacia lo positiv...