Y en aquella tarde, cuando Julio César llegó al gimnasio, estacionó su camioneta nueva frente al local donde entrenaba y tomó una pesa de media libra para "calentar", la misma cayó repentinamente en la punta de su zapato derecho, causándole un golpe en el dedo gordo... Acostumbrado a mayores cantidades de peso, Julio César se molestó y dijo cualquier cantidad de groserías...
Tomó las llaves de su auto, lo encendió y con rabia se marchó de aquel lugar, ya que se creyó de muy mala suerte.
Pasada una semana y ya mejorado de su lesión, regresó al gimnasio y fue recibido por el instructor, el cual le dijo: ¡Julio César, eres definitivamente un hombre de mucha suerte!
El hombre quedó sorprendido por aquellas palabras y recordando el mal momento que había pasado. Preguntó al instructor: ¿Y por qué dices eso?
A lo que el instructor respondió: Justamente, el último día que te vi llegar acá al local, pude notar que te fuiste tan rápido como habías llegado. En realidad, no supe la razón de haberte ido tan rápido. Sin embargo, como a los cinco minutos de haber arrancado en tu auto, un carro tanque de combustible se estrelló contra el auto que ocupó el lugar de parqueo que tú habías dejado. Si no te hubieras ido, tu vehículo hubiera sido prácticamente destruido. ¡Hombre de gran suerte, Julio César! Exclamó el instructor.
Julio César se quedó callado y mirando al cielo... solo dijo: ¡Perdóname por no comprender tu mensaje!
Moraleja: Comúnmente, despreciamos los mensajes que nos hace el universo para cuidarnos. Usualmente, son poco comprensibles. Es por ello que es mejor agradecer por aquello que nos ocurre que, de algo negativo nos está protegiendo el universo.
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LAS CURVAS DE MI ABUELA...
AléatoireEsta obra intenta ser, además de un anecdotario... ser también un pequeño "libro consejero" en la vida diaria de líderes, orientadores, directores, profesores, maestros, padres, madres y todas aquellas personas que fungen como guías hacia lo positiv...