49. ¡LOS PROBLEMAS NUNCA SE ACABAN...!

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Y luego de la tormenta que puso en peligro un avión cuando intentaba aterrizar en el aeropuerto, se dio la orden de evacuar a los pasajeros que viajaban en aquella aeronave y a una ambulancia le estalló la llanta que dificultó aún más la evacuación.

Para colmo, en aquella noche tan particular, a un viajero le inició una arritmia cardíaca tan fuerte, que todos creyeron que era un infarto; lo que conmocionó aún más a la población viajera.

En aquel momento estaba presente Richard Mora, quien era el ingeniero responsable del mantenimiento de las pistas del aeropuerto.

El ingeniero estaba en la torre de control junto al director del aeropuerto. Observaban con detenimiento el desarrollo de aquel evento, por si tenían que tomar decisiones y acciones de mayor relevancia, en caso de que las complicaciones llegaran a mayores envergaduras.

Comentaron ambos de varias situaciones parecidas en otros momentos y en otros aeropuertos. En realidad, eran dos hombres de una vasta experiencia. Y sabían que había que centrarse en hallar soluciones y no quedarse a admirar a la dificultad. Como si esta fuera una actriz que había que aplaudir.

El asistente del director del aeropuerto, sin pensarlo mucho, dijo: ¡Nunca se acaban los problemas!

Y de inmediato respondió el ingeniero: ¡Pero las soluciones tampoco!

El director lo miró y también dijo: ¡Sin duda alguna! ¡Mi estimado amigo! ¡En el diccionario existe la palabra problema! ¡Pero también! La palabra: ¡solución! Como dijo el ingeniero.

Y el ingeniero siguió diciendo: y la lista continúa. Porque también existen en el diccionario las palabras de: ¡Remedio! ¡Reparación! ¡Posible! ¡Alternativa! Y ¡recuperación! Entre otras, ¡mi buen amigo! ¡Y apenas notemos una situación negativa! A la que la mayoría llama problemas, ¡debemos centrarnos en buscar la posibilidad o las posibilidades de cómo resolverlos! ¡Y no sentarnos a llorar por ellos!


Moraleja: Los problemas nunca se acaban. Pero las soluciones tampoco.

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