55. ¡CERRANDO VENTANAS...!

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Y en su pequeña, pero hermosa casita en el árbol, la señora ardilla de nombre "Amalia", a la cual le faltaban pocos años para ser una anciana, recibió esa mañana la visita de su hija y la de sus tres nietos. A su hija la acompañaba una amiga, la cual se autodefinía como "la ardilla más ordenada de la pradera" y por ello su nombre era "Ordenada".

Cuando se sentaron a comer y luego de que fuera servida la comida, Ordenada dijo: ¡Me da pena decírselo! ¡Pero mi plato para mi gusto está un poco sucio!

Avergonzada y de inmediato, Amalia salió apresurada a cambiar el plato de Ordenada.

Luego, Ordenada, criticó el color y la forma de las cortinas, de los pisos, el olor de la sala, el desgaste de la estufa, la poca sal en la sopa, lo quemado de los panes. También centró sus críticas y desaires a la antigüedad de la radio para escuchar música, la poca luz en las habitaciones, los supuestos malos modales de los nietos de Amalia y así todo lo que se le venía a la mente y que pudiese criticar... con sarcasmo y burla.

La hija de Amalia estaba al inicio apenada por la actitud de su amiga y al rato molesta. Los niños estaban molestos y Amalia, en su cara se notaba que le pedía a su hija que se llevara a aquella incómoda visitante. El evento, de lo que originalmente debía ser un hermoso encuentro familiar, se convirtió en un momento tan tenso y desagradable, que pasó a ser quizás la peor de las reuniones de aquella familia.

La hija de Amalia halló la excusa correcta para retirarse temprano del lugar. Y se despidieron con vergüenza ante Amalia. En otras reuniones posteriores y luego de pedir disculpas a la ardilla Amalia por lo ocurrido con Ordenada, pasaron momentos maravillosos e inolvidables en las siguientes reuniones y encuentros familiares de los domingos.

Cierto domingo, en el que también se habían reunido la ardilla Amalia, su hija y sus nietos, uno de los niños mira por la ventana y se percata que, desde lo lejos, se viene caminando la ardilla Ordenada. Y con notoria intención de llamar a la puerta de Amalia, como queriendo pasar el domingo nuevamente en aquella casa.

Amalia, al percatarse de lo que estaba a punto de ocurrir... simplemente cerró las ventanas. Cerró con llave la puerta e invitó a su hija y a sus nietos a ver televisión en familia en la habitación del segundo piso de la casa. Subieron... y escucharon cómo Ordenada tocaba la puerta e incluso los vidrios de las ventanas. Pero al rato de intentar y notar que nadie le abrió. Molesta, se dio la espalda y se marchó.


Moraleja: En nuestras vidas inevitablemente nos toparemos con mucha gente como Ordenada. Nos incomodarán al extremo en una primera oportunidad. Y esas pueden ser familiares, parejas, amigos. Pero es nuestra decisión cerrar las ventanas y las puertas a gentes tóxicas... para nuestro bien.

LAS CURVAS DE MI ABUELA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora