Y la señora Oriooli tuvo una hija a la que llamó Venecia. Y al momento de su nacimiento, pudieron notar rápidamente los médicos que la niña había nacido ciega. Pero eso no detuvo a la familia Oriooli. Si no que los unió más y se dedicaron a enseñar a la "pequeña Venecia".
Le enseñaron de todo aquello que le era menester a una persona con su condición visual, para adaptarse y sobrevivir en un mundo de personas con diferencias visuales, diferentes a la suya, llamadas "normales". La niña reconocía, a través del uso de sus manos, los detalles de los rostros y la corporeidad.
En cierto momento, se enteraron de un médico en la ciudad de Trento que podía, a través de cierta aplicación médica desarrollada por él... la regeneración microscópica o microcelular, estimular el renacimiento de las células de las retinas del ojo humano. Lo cual, precisamente, era la afectación que sufría la niña.
La familia hizo todo lo necesario y lo que estaba en sus posibilidades, incluyendo vender algunas propiedades para pagar la costosa operación. Lo lograron. Lograron contactar, acordar y viajar a Trento para operar a la niña.
El día tan esperado llegó. Y la operación tuvo una duración de seis horas. Pero el proceso de regeneración tenía un período estipulado de aproximados treinta días...
Pasaron los días de recuperación y el médico viajó desde Trento para retirar los vendajes y verificar si la regeneración celular había sido exitosa. El médico, mientras retiraba el vendaje a la niña, tenía sentimientos encontrados de dudas... esperanza y fe.
Al lado del médico estaba el señor Vito Oriooli, el padre de la niña... y al momento que le quitaron el vendaje... todos a la expectativa... La niña abrió sus ojos e hizo gestos de que la luz le había afectado su mirada... Ello... sin duda, fue festejado con alegría entre los presentes...
De momento, cuando ella trataba de ajustarse a su nuevo ambiente visual, los miró a todos y sonreía, y repentinamente, cuando reconoció por el tono de voz a su padre... mientras él agradecía a Dios por aquel milagro... la niña comparó el rostro de su padre con los otros y le dijo: ¡Papá! ¡Tú sí eres dientón!
Para el padre fueron palabras de la mayor alegría de su vida... porque pudo verificar que su hija lo veía y reconocía...
Todos los presentes... agradecían a Dios y sonreían... porque el señor Vito era feliz de ser el hombre más dientón de la familia.
Moraleja: Cuando haya duda, fe y esperanzas en el mismo corazón... a las dos últimas debemos darles más peso... Y así tendremos todos un papá dientón.

ESTÁS LEYENDO
LAS CURVAS DE MI ABUELA...
RandomEsta obra intenta ser, además de un anecdotario... ser también un pequeño "libro consejero" en la vida diaria de líderes, orientadores, directores, profesores, maestros, padres, madres y todas aquellas personas que fungen como guías hacia lo positiv...