Y Juana Francisca, faltándole un año para cumplir sus ochenta años de vida, hablaba con sus hijos en una especie de despedida, como la que presentimos los seres humanos cuando estamos próximos a la partida de este plano dimensional. Les decía cuánto los amaba. Les recordaba que eran lo mejor que había podido tener.
Todos trataban de darle, quizás, una esperanza, muy a pesar de que en años humanos contaba con poco tiempo. Y ella les sugería ser felices en cada día, lo más que pudieran..., ya que la vida es un breve momento, que no se detiene por nada, ni espera por nadie. Que miraran hacia adelante y al futuro, pero viviendo en el presente...
Les dijo que la vida se iba muy rápido y que era una irrepetible experiencia. Pero era la única donde se nos permitía conocer grandes cosas como el poder mirar, respirar, caminar, comer helados, bailar y, sobre todo, amar. Que tenían que hacer todo eso y en algún momento irse como ella, pero felices de realmente haber vivido la vida...
También les dijo que, una vez había leído de una revista científica... que un corazón humano en una vida de 80 años, aproximadamente, podía latir 25.000 millones de veces...
¿Y cuándo yo tenga miedo de vivir? Preguntó una de sus hijas...
Y ella respondió: ¡Entonces, en ese momento, hija mía! ¡La fuerza para vivir! ¡Te la recordará tu propio corazón! ¡Cuando comiences a descontar latidos...!
Moraleja: Si comienzas a descontar latidos, la vida pasa y el tiempo se pasa. Así podrás notar que a cada día te quedan menos latidos y miles de razones para vivir y ser feliz...
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LAS CURVAS DE MI ABUELA...
RastgeleEsta obra intenta ser, además de un anecdotario... ser también un pequeño "libro consejero" en la vida diaria de líderes, orientadores, directores, profesores, maestros, padres, madres y todas aquellas personas que fungen como guías hacia lo positiv...