56. ¡ANCLAS DE SUFRIMIENTO...!

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Y en la casi tarde/noche de aquel día jueves, salió una multitud de personas de aquel cine, quienes habían quedado impactadas por consecuencia del tema sobre el sufrimiento de una pareja que no pudo conocer la felicidad a causa de terceros y a veces de un implacable destino que no los dejó nunca estar en paz y con tan hermoso amor... en sanidad emocional.

Daniel Riaño Bejarano B. saliendo también entre aquella multitud, trastocado también por la historia recién vista, pudo observar que una mujer entre 27 y 33 años lloraba amargamente mientras veía la fotografía de su padre y esposo muertos en un accidente aéreo en el que ambos iban juntos.

Daniel se enteró de lo ocurrido al acercarse a ella en un intento por consolarla y apoyar a un ser humano, necesitando alguna dulce o amable palabra. Justo en aquel momento, cuando el dolor la había tomado por asalto, en realidad, él no sabía qué decirle.

Sabía que ninguna palabra de aliento podía dar tranquilidad en aquel momento a aquella mujer.

Pero sabía que, de algún modo, debía ayudarla.

Mientras ella sollozaba, él se sentó a su lado y le dijo: ¡Hola! ¡Yo soy Daniel! ¡Y por un momento! ¡Solo escúchame! Al igual que la mayoría de las personas, y a lo largo de mi vida, he experimentado muchas penas y dolores. Unos duelen más que otros. Y a veces, sin darnos cuenta, cuando han sido tantos... nos inclinamos hacia el dolor y quizás nos olvidamos de la inmensa cantidad de oportunidades que también tenemos para ser felices.

La chica, sin decir ninguna palabra, lo escuchaba con detenimiento.

Y él siguió diciendo: me abandonó mi exesposa, me quedé sin empleo, algunos hermanos me traicionaron y, aunque no lo creas... en algún momento un hijastro a quien yo había criado, me despreció por el nuevo padrastro que la vida le concedió... Y todo eso en un mismo período de tiempo.

¡Me quería morir! Le dijo Daniel a la chica. ¡O quizás estuve muerto en vida! ¿Pero sabes algo? En esta extraña sucesión o encadenamiento de favores, alguien me ayudó a mí y por eso hoy intento yo ayudarte a ti... recordándote que: ¡no debemos vivir anclados en el pasado o el sufrimiento!

¡El pasado! ¡Ya nos dio todo lo que nos tenía que dar! ¡Y ya nos quitó todo! ¡Lo que nos tenía que quitar!

Y el resultado de todo eso se llama oportunidad. ¡Una nueva oportunidad! ¡Para comenzar de nuevo! ¡En todo momento se puede empezar de nuevo! ¡En cada segundo! ¡Siempre hay una nueva oportunidad!

No dijo más nada... Se levantó en silencio y, antes de irse... dijo: ¡Ojalá te sirva de bien lo que te he dicho!


Moraleja: Las anclas de sufrimiento nunca nos dejan avanzar. Nos inclinan al dolor y, a veces, algunas palabras que nos digan o digamos... a otras personas pueden ayudar...

LAS CURVAS DE MI ABUELA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora