50. ¡SIN LOS PLANETAS ALINEADOS...!

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Y muchas veces aquel joven sentía, y sin decir nada, que todo lo que hacía le terminaba saliendo muy mal. Estaba convencido de que su vida era un desastre y que la fortuna jamás tocaría a su puerta. Llegó a tener miedo de hacer casi cualquier cosa... para evitar causar desastres y evitar, como casi siempre, que "todo le saliera mal".

Miguel Ángel Martínez... Así se llamaba aquel joven hombre que pensaba que sus astros y estrellas guías... estaban alteradas o sin línea direccional hacia la fortuna. Había vivido un sin número de derrotas continuadas en su vida que lo había "obligado" a detenerse en la lucha y esfuerzos para continuar por sus planes y metas.

Llegado el día viernes y saliendo de su trabajo, además de estar muy agotado; decide sentarse a descansar en la plaza o el parque frente a la iglesia donde a diario, al pasar camino a su trabajo, le pedía mentalmente a Dios que le enviara un Ángel que lo guiara, para poder lograr superar lo que él llamaba "los enredos de su vida".

Al sentarse en un banco de la plaza, nota que a su lado está un señor de aproximadamente 80 años y, al ver que se sentó junto a él, el anciano le sonrió. El joven saludó al anciano y el viejo hombre... le dijo que estaba muy feliz de poder estar presente bajo el sol de un nuevo día...

Miguel Ángel le preguntó al anciano cuál había sido su último trabajo...

¡Gerente general del banco más importante de este país! Y corroboró lo dicho mostrando en su teléfono sus fotos, videos y conferencias a través de Internet.

¿Y qué hace usted sentado acá en esta plaza? ¿En lugar de estar en grandes restaurantes? ¡Disfrutando de su segura muy buena jubilación!

¡Ya eso lo viví y lo disfruté como gerente! Pero no había podido disfrutar de estas maravillosas aventuras, como las de salir a dar un paseo y disfrutar cálidamente de un día de sol... No tenía tiempo de detenerme y hablar conmigo mismo de tantas cosas, que me había perdido de conversar conmigo. ¡Y, por supuesto, de ser feliz en mi propia compañía!

¿Y siempre tuvo esa magnífica actitud tan maravillosa ante la vida? Preguntó Miguel Ángel.

¡No! Le contestó de inmediato el anciano. ¡Desde niño siempre creí que mis planetas no estaban alineados! Dijo el anciano. ¡Todo me salía mal! ¡Me equivocaba en casi todo! ¡O en todo para decir verdad! ¡Me sentía un perdedor! ¡Un fracasado!

¿Y cómo consiguió tener la actitud de hoy día? Preguntó de nuevo Miguel Ángel.

Y el anciano le respondió: Cuando realmente detallé, ¡que tenía pies y manos! ¡Un cerebro! ¡Mis sentidos completamente sanos! ¡Y de repente! ¡Un día, desde mi cómodo automóvil! Vi un ángel con cuerpo de niña como de seis años, a quien le faltaba un brazo, estaba muy mal vestida y con signos de hambre. Vendiendo flores en las calles para sobrevivir. ¡Me di cuenta en ese mismo instante! ¡Que mis planetas siempre habían estado alineados! ¡Lo que no lo estaba era mi forma de pensar! ¡Egoísta! ¡Grosera! ¡Ególatra! ¡Mezquina! Y ¡vanidosa!... Y siguió diciendo el anciano:

Creía que todo me salía mal... porque una pequeña tontería me fallaba. ¡Creía que tenía mala suerte! ¡Por cosas tan pequeñas que hoy me parecen absurdas! En aquel momento de aquella nueva luz que iluminaba mi vida, mi pensamiento y mi conciencia... ¡Me di cuenta de que lo tenía todo! ¡Menos un real agradecimiento con Dios!

¡Le pedí tanto perdón a Dios! ¡Y aún lo hago! Por haber tenido aquellos años de inconformidad... ¡Y en realidad mis planetas siempre estuvieron alineados...! ¡Solo que yo no lo sabía! Y lo dijo con una real y sincera lágrima en el rostro.

Miguel Ángel pudo ver en aquel momento... su pasado, su presente y su futuro... Sintió vergüenza... Y le dijo al anciano: ¡No sé por qué! ¡Pero siento y te agradezco! ¡Porque has venido de repente y has cambiado mi vida! En ese mismo instante, Miguel Ángel miró al cielo como agradeciendo a Dios...

Y cuando volteó para sonreírle y volver a agradecerle al anciano, el hombre ya no estaba. Aquello lo sorprendió mucho más y a la vez no. Sonrió... Miró nuevamente al cielo y le dijo en su pensamiento a Dios... ¡Gracias por enviar el ángel que siempre te había pedido!


Moraleja: Aun sin tener los "planetas alineados", puedes siempre cambiar o redefinir tu destino.

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