Me arrojaron dentro de un auto cuando sus hombres a quienes llamó por telefono satelital llegaron hace media hora. La puerta se cerró de golpe tras de mi. Mis ojos escanearon rapidamente a los hombres que me rodeaban; sus miradas estaban cargadas de una lujuria asquerosa, como depredadores acechando a su presa, no tenian ni siquiera la decencia de cubrirse los rostros, como si estuvieran seguros de que nunca viviria lo suficiente como para delatarlos.
Un golpe en el cristal me hizo dar un respingo. El cristal de la ventana se bajó se lentamente, revelando esos frios ojos azules que ya eran una pesadilla recurrente para mi cada vez que me veian.
—Portate bien pequeño ciervo. —su voz era como el hielo, fria, cortante y cruel. Hizo un gesto hacia los hombre y uno de ellos se agarró los genitales dedicandome una sonrisa torcida. Mi estomago se revolvio —Si no obedeces, seras su banquete. —hizo una pausa, dejando que la amenaza me calara profundamente. —No lo olvides.
—No, espera...
Intenté sacar la mano hacia a él, pero el cristal subio sin compasion dejandome atrapada en este infierno rodeada de enfermos depravados que posiblemente me violen a la menor oportunidad que tengan. Mi corazon late como un bombo preso del panico al pensar que podrian violarme en el camino.
Me acurruqué en mi asiento, cubriendome con mi gabardina sucia, como si pudiera esconderme de esas miradas repugnantes. Mi mente estaba nublada por el miedo, creando escenarios de horror en los que no salia viva de este auto si no muerta, no sin antes ser violada por seis hombres una y otra vez para despues matarme. Él, me sacó de ese lugar... pero ¿a que costo?
El vehiculo se movió durante lo que pareció horas infinitas donde siempre estuve con la guardia en alto aun sabiendo que no podria hacer nada para defenderme hasta que finalmente el auto se detuvo. Mi corazon latia desvocado. ¿Dónde estamos?.
Un grito se escapa de mi cuando uno de ellos presionó el cañon de un arma debajo de mi barbilla.
—Quedate quieta niña. —era el mismo hombre de antes que habia mostrado su lado mas morboso. Su aliento apestaba a cigarro y Wisky. —Si te mueves, seras mi diversion esta noche.
Era horrible él e imaginar que sucederia asi que asentí temblando, mientras una lagrima rodaba por mi mejilla. No queria quedarme aquí, pero tampoco queria enfrentarme a lo que prometian sus palabras. Cuando salieron del auto para rodear la casa supe que era mi oportunidad. Abri la puerta con cuidado mientras contengo mi aliento, pero antes de dar un paso, una pistola apareció frente a mi rostro, apuntandome directamente entre los ojos.
—¿A dónde ibas, pequeño ciervo? —su voz baja me congeló en mi lugar.
—No me llames asi —dije tartamudeando mientras trataba de sonar tranquila —Soy Mila.
No me quitaba los ojos de encima mientras deslizaba el arma por mi rostro, bajandola hasta mi cuello. Mi respiración se detuvo cuando sentí el frio acero sobre mi pecho al sentir a la muerte respirandome en la nuca.
—Prometiste... dejarme ir —logré murmurar, aunque mi voz se quebró a mitad de camino.
Una sonrisa perversa se formó en sus labios.
—Dije que te dejaria ir. No que te dejaria ir.
Se inclinó mas mas cerca hasta que nuestras respiraciones se mezclaron. Sus ojos azules estaban vacios, un par de pozos sin fondo que no mostraban compasion ni humanidad.
Me ordenó salir del auto y caminar hacia la mansion. No tenia opcion asi que obedecí rindiendome ante su orden. Los cadaveres apilados en la entrada, empapados en gasolina, eran un recordatorio de lo que podia hacer, y de lo que me podia pasar a mi por llevarle la contraria. La enorme mansion era impresionante, pero su oscura elegancia solo añadia mas peso a mi ansiedad.

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Perversión
RomanceTraicionada por su propia familia por amar a quien no debía, huye con el corazón roto... solo para caer en una trampa mortal. Secuestrada por error y encerrada en un lugar desconocido, su única salida parece ser una puerta de hierro que oculta un se...