setenta

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MADELINE

La despedida con Cliff fue abrumante. Él había hecho mis días amenos, lo había extrañado. No quería dejarlo a decir verdad.

James me ignoró.

Lars era el mismo de siempre, un poco más fanfarrón.

Cliff nos acompañó a Lars pequeño y a mi a la estación de autobuses.

Me sentía extraña.

Izzy me había hecho sentir extraña. No de una mala manera, simplemente extraña.

La noche pasada no me había acostado con él. Solo hablamos hasta que él se quedó dormido, parecía agotado.

Nos contamos chistes malos, me contó sobre su abuela jazzista y su admiración hacia ella. Me contó demasiado, pero escucharlo lo hice plácidamente. Todo lo que él decía me parecía digno de prestar atención.

Me preguntó sobre mi, pero yo no quise decir demasiado. No lo vi necesario.

El sentimiento de haber estado con él fue extraño.

Al llegar a los Angeles eran las ocho.

Los padres de Lisa estaban en casa, nos recibieron a Lars y a mi con entusiasmo. Nos preguntaron sobre el viaje y Lars estaba entusiasmado contando todo lo que había visto. Y los padres de Lisa parecían adorarlo.

Cenábamos juntos en el comedor, Lars seguía hablando sobre el festival y me di cuenta de que me había perdido de mucho por haber estado con Izzy, pero incluso a mi me sorprendía el hecho de no estaba arrepentida.

—Mads —el ama de llaves me llamó y yo me giré para mirarla —. Dave te busca.

Desde luego ella ya conocía a Dave. Hacía un par de años él iba a recogerme a casa de Lisa, hubieron ocasiones en las que solo entraba a juzgar la posición económica de Lisa y a sus padres.

—¿Dave? —me preguntó el señor Taylor, parecía confundido — Pensé que no se hablaban, Lisa nos dijo eso.

—Bueno, algo así. Es complicado —respondí no muy segura.

Me puse de pie, con mil ideas en la cabeza.

—¿Quieres que vaya por ti? —la señora Taylor se ofreció, mirándome atenta —Le diré que te acabas de ir a la cama o que estás enferma o algo.

—No —negué con la cabeza y les sonreí con amabilidad —. No es necesario. Él y yo estamos bien, señora Taylor.

O eso me obligaba a creer.

Al salir, vi a Dave recargado en su auto.

Estaba ojeroso, con la nariz roja, los ojos rojos y las mejillas sonrojadas.

Su cabello estaba alborotado y el flequillo le cubría la cara. Y desde luego, el cigarrillo en sus labios no podía faltar.

—Te ves del carajo —dije sin pensarlo cuando estuve frente a él.

—Gracias, Madeline. Eres un puto ángel —gruñó echando humo de la boca y la nariz.

—De nada —respondí sarcástica —. ¿Qué pasa, Dave? ¿Por qué has venido?

—¿Estás ocupada? —levantó la mirada para clavar sus ojos en mi.

Lo miré unos segundos. Estaba ansioso, lo sabía por su labio inferior hinchado, y el rubor que aparecía en su mejillas cuando estaba agotado ya lo conocía, aparte apestaba a cigarrillo.

Podía ser abstinencia o simplemente no había dormido en días. Ninguna opción era lo suficientemente buena, su abstinencia solía durar muy poco de cualquier manera.

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⏰ Última actualización: 20 hours ago ⏰

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