𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆

cinco

MADELINE

Los nervios me estaban carcomiendo el alma. Hacían dos semanas que no sabía nada de Dave después de que "discutimos" en su coche. Ni yo me atrevía a llamarlo, ni él a mi.

No podía más con esa presión. Necesitaba a mi mejor amigo.

Maldición.

Si que lo necesitaba.

Esas semanas que estuve sin hablar con Dave, aguantando a mi madre, que por cierto, estuvo enojada conmigo, habían sido agotadoras.

Conseguí trabajo en una cafetería. Era acogedora y mis compañeros de trabajo eran amables, mis días de descanso eran los domingos.

Extrañamente mi madre no hizo nada para detenerme y esa vez no fue al lugar a hacer un escándalo. Supuse que fue porque mi abuela habló con mi madre, diciéndole que me dejara respirar y que me dejara ser independiente.

Amaba a mi abuela. No sabía qué haría sin ella.

Mi madre había ido de viaje a Madrid por una conferencia que tendría sobre su empresa. Me ofreció ir, pero ni de coña acepté.

Entonces, tenía la casa sola, junto con mi abuela, claro. La señora que se encargaba de la limpieza y la comida, también estaba con nosotras.

Sólo éramos tres. Y realmente la presencia de ellas dos no me molesta para nada.

Me encontraba en mi cama, viendo hacia el techo negro de mi habitación con puntos blancos qué simulaban ser estrellas. Simulaban ser el cielo oscuro que había en la noche.

Escuchaba música con mis Walkman una canción de Led Zeppelin, Babe I'm gonna Leave You. Me ponía mal esa canción. Pero eso hacías cuando estabas triste, ponías música triste para estar más triste.

Genial, ¿no?

Estaba a nada de llorar, una lagrima quería ser liberada de mi ojo izquierdo. Pero yo no quería ponerme a llorar.

Logré escuchar cómo alguien golpeaba suavemente la puerta de mi habitación desde el otro lado, pues el volumen de la música no era muy fuerte.

Me quité los Walkman y los dejé a un lado mío.

-Adelante -respondí.

Mi abuela apareció del otro lado, apenas asomando la cabeza.

-Linda, tienes visitas -dijo sonriente.

Yo la miré con extrañeza, y ella se hizo a un lado, dejó pasar a una persona que ni siquiera imaginé verle... Al menos no ese día.

Dave.

Él se adentró a mi habitación y se me quedó viendo con una mueca.

Me senté de golpe en mi cama y yo lo miré con seriedad.

-Les traeré galletas -habló mi abuela, para después cerrar la puerta detrás de Dave.

-Estás más gorda.

¿Es en serio? Me ve después de semanas y lo primero que dice es: "Estás más gorda" .

Hijo de puta.

-Y tú más pendejo -respondí de mala gana.

Me volví a acostar en la cama, restándole importancia a la presencia de Dave. Pero en realidad me moría de nervios de que él estuviese en mi habitación.

Escuché como él soltó una risa entre dientes.

Sentí como el otro lado de la cama se hundía, no fue necesario mirar de qué se trataba.