𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆

cincuenta y siete

MADELINE

Noviembre 30, 1984

Cuidar de adolescentes no era exactamente lo que algún día había soñado. Pero le debía más de diez comidas chinas a Martin y era lo único que podía hacer por él.

Aparte, tener consciencia de que debía de actuar como un adulto responsable al ir con alguien menor bajo mi responsabilidad, me ayudaría a mantener la cordura en todo momento.

Eso supuse.

El día del festival al que Cliff me había invitado llegó.

Martin llevaba semanas intentando buscar a una niñera con experiencia para cuidar de Lars. Pues Martin iría a Italia por asuntos de negocios, y por alguna razón, Lars no quería pasar tiempo con su madre. Martin estaba desesperado porque su hijo tuviese buena compañía y tampoco quería que abandonara sus obligaciones.

Y yo, como su amiga, me ofrecí a llevar a Lars al festival de musica el fin de semana y que pasara el resto de la semana conmigo y con los Taylor, pues ellos en realidad estarían encantados.

Tres días en San Francisco con todo pagado gracias a Cliff y los pases que me había conseguido.

Cuando llegamos al hotel, que estaba a diez minutos del campo donde sería el festival, Lars estaba fascinado y no dejaba de agradecerme por ser tan genial.

Era un chico atento y curioso. Era agradable.

Pedimos por nuestras habitaciones, y esperamos por el ascensor.

-¿A qué hora comenzará el primer show, Mads? -preguntó Lars mientras le cedía el paso al botones que llevaba nuestras maletas.

-A las siente abren el campo, llegaremos puntuales, ¿está bien? -presioné el botón del piso que nos correspondía.

Antes de que las puertas se cerraran completamente, un chico pelinegro se adentró rápidamente.

Lars y yo nos acomodamos en los costados para que todos estuviesemos cómodos

El pelinegro presionó un botón y las puertas se cerraron. Él sacó un cigarrillo y un encendedor de su chaqueta de cuero. San Francisco era frío a comparación de Los Angeles, entendía su atuendo estrafalario que no parecía tener un orden en especifico. En especial por aquella suave mascada que en cualquier día de Los Angeles sería incomodo de usar.

Antes de que él encendiera el cigarrillo, el botones habló.

-No se puede fumar dentro de los asesores, señor -dijo con amabilidad.

El chico no respondió, solo resopló y guardó el cigarrillo y el encendedor nuevamente. Retrocedió para recargarse en la pared.

-Hey, pelirroja, ¿te conozco? -habló.

Lo miré atenta y examiné su rostro.

-¿Yo? -me señalé a mí misma un tanto desconcertada.

-Eres la única pelirroja aquí.

-Ah -me encogí de hombros y fruncí el ceño -. No lo creo.

Él arrugó la nariz y sonrió con suavidad.

-Claro, ya te recuerdo-sonrió mostrando su dentadura -. Eres la linda amiga de Cliff.

Me sonrojé al instante.

Entonces lo recordé.

Miré a Lars y solo tenía los ojos abiertos como platos.

-Oh, mierda, ¿es tu hijo? -preguntó preocupado el tal Itzy... ¿O era Ozzy? ¿Lizzie, tal vez?