𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆

cuarenta y ocho

Nota: La revista Dazed fue fundada en el 91, pero esto sólo es ficción y adelanté un poco su creación. Disfruten.

MADELINE

Tenía trabajo finalmente.

Uno más serio. Algo más profesional.

Trabajaba en Dazed. El año pasado había abierto su primera sede en Inglaterra, pero poco después se inauguró una sede en Los Angeles.

Me gustaba el concepto, era sobre estilo de vida, moda, música en ocasiones y sobre arte. Dazed tenía un concepto oscuro y poco convencional, eso la hacía más rentable.

No estaba orgullosa de la manera en la que había obtenido mi puesto.

Mi mayor miedo en la vida.

El puto nepotismo.

Pero necesitaba el dinero para pagar la medicina de la abuela.

Trataba de hacer lo mejor que podía.

Tenía un puesto como asistente de prácticamente todos en el departamento de arte.

Había otra chica que hacía lo mismo que yo. Se llamaba Katie. Ya la había visto llorar dos veces en una semana, siempre dando discursos menospreciandose a ella misma. Era deprimente.

Katie era amable, retraída pero siempre servicial. Se exigía demasiado que se saturaba y a veces no hacía la mitad de lo que se le indicaba.

Notaba cierta actitud aún más servicial con Jerry, el fotógrafo. Lo miraba con admiración y ternura, y a veces no dejaba de darle halagos. Parecía totalmente enamorada de él. Y tal vez era la única en no notar que Jerry era gay.

Mi primera semana en el trabajo había sido agotadora, pero me acostumbré fácilmente al ritmo. No tenía nada más qué hacer.

La gente era muy amable o era jodidamente envidiosa. Eran artistas.

Fotógrafos, diseñadores, artistas visuales.

Con suerte había lidiado por mucho tiempo con músicos, y los músicos eran los peores de todos.

Dave resultó de cierta ayuda, era como si me hubiese entrenado para soportar  ese ambiente.

Claro, también le daba créditos a mi madre.

Y sobre Martin, encontrármelo era casi inusual, él siempre comía en su oficina, y tenía su propia asistente personal, él casi siempre llegaba más temprano que todos, se iba a más temprano, o se iba más tarde de la oficina. Siempre estaba ocupado, y eso hacía todo más cómodo. Las pocas veces en las que nos llegamos a encontrar, solo me sonreía con burla y decía: "Buenos días, Madeline".

Odiaba su sonrisa burlesca.

Yo caminaba directo a casa de Lisa, ahí me "hospedaba" temporalmente.

Mi abuela ni mi madre sabían de eso.

Mis ojos dieron con un pequeño cartel que estaba pegado en la pared justo en la entrada de un bar caro y renocido en Los Angeles.

MEGADETH.

En grande y con el logotipo que yo había hecho para Dave.