veinticinco

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MADELINE

Cuando pasamos por una gasolinera, Dave me compró unos shorts negros con ridículos estampados de palmeras, y unas sandalias playeras. Me dijo que no encontró nada más cómodo y que no me quedara tan grande. Después, unos kilómetros enfrente encontramos un restaurante. Estaba solitario, solo había una pareja de ancianos y un hombre que parecía viajar en motocicleta, lo supuse por su típico estilo, chaleco de cuero negro, pantalón de mezclilla, y una bandada en su cabeza calva, aparte de que había una moto estacionada fuera del lugar.

Esperábamos a que la mesera viniera a pedir nuestra orden. Dave jugaba impaciente con una moneda y yo solo miraba através de la ventana la solitaria carretera.

Hasta que la mesera finalmente llegó, era una anciana.

—Bienvenidos, corazones. ¿Qué van a pedir? —preguntó amablemente.

Dave tomó el menú solo unos segundos, lo analizó rápidamente y comenzó a hablar.

—Una hamburguesa con papas fritas, una malteada de chocolate y una ensalada de frutas. —la mujer comenzó a anotar en su libreta.

—¿Para ti, corazón? —me miró a mi.

—No, eso es para ella. —respondió  Dave. —Yo solo quiero un vaso de agua.

—Perfecto, no tardo.

Le regalé una sonrisa a la mujer y me sonrió de la misma forma, ella se retiró.

—¿Por qué pediste por mi?

—Siempre pides las cosas más baratas.

—Porque siempre andamos con las carteras casi vacías.

—Sí, pero ahora necesito que comas bien.

—¿No es mucho?

—¿Desayunaste?

—No. —me encogí de hombros.

—Te lo comerás todo.

Suspiré y asentí con la cabeza.

—¿Tú no tienes hambre?

—No. —negó con la cabeza.

—Dave, ¿qué es todo esto? —pregunté un poco exaltada —No entiendo un carajo.

—Tu abuela arregló toda esta mierda. No pienses en eso ahora.

—Necesito saber qué está pasando, Dave.

—Lo sabrás pero ahora yo no quiero hablar de eso. —contestó de una forma cortante.

Solo me quedé en silencio. Dave parecía molesto.

—¿Por qué estás enojado conmigo?

—No lo estoy, Madeline. —respondió cerrando los ojos. —Estoy enojado, pero no contigo.

Agaché la mirada y no dije nada más, Dave tampoco.

Nos quedamos en silencio, escuchando la música de los cincuentas que sonaba de fondo.

Dave se puso de pie y se sentó a un lado mío y recargó su cabeza en una mano, mirándome fijamente.

—Pareces payaso.

Lo miré con el ceño fruncido.

Como respuesta, me quité el labial pegajoso ensuciando la palma de mi mano y le embarré la pintura en la mejilla. Él sonrió ligeramente de lado.

—Esas no son tus pestañas. —dijo jalando la pestaña postiza de mi ojo izquierdo. La despegó completamente, jalando de mi párpado. Me hice para atrás quejándome y él hizo una mueca llena de rareza —Esto es espantoso. —dijo mirando la pestaña en su mano.

𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora