𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆

cuarenta y nueve

¡Hola! He vuelto a actualizar en estos días y me gustaría saber qué es lo que piensan del curso que está tomando la historia.

Espero disfruten el capítulo.

MADELINE

Mi abuela había vuelto a la casa del lago al día siguiente. Lisa se había ofrecido a llevarla.

Yo tuve que ir a trabajar.

La abuela estaba extraña conmigo, casi no hablaba pero no dejaba de mirarme con una especie de compasión. Cuando se despidió de mi me abrazó con fuerza y me dijo:

-Todo estará bien.

Cuando dijo esas palabras, casi me soltaba a llorar.

Deseba que se quedara más tiempo, pero dijo que no quería dejar sola a mamá.

No me quedó más remedio que continuar con mi día.

Comencé a acomdar el estudio fotográfico para Jerry, la primera semana Jerry me enseñó a hacerlo y había aprendido con facilidad.

-Las luces más arriba, Leine -me llamó por mi apodo. En realidad, era la única persona que me llamaba así. Dijo que Maddie era aburrido para su gusto.

Eso hice, subí un escalón más de la escalera de metal y ajusté el reflector de luz blanca.

-¿Crees que el fondo azul es buena idea? -preguntó cruzándose de brazos.

-Sí, pero que no sea un toma brillante, ¿sabes? Puedes hacer que la modelo salte y hagas unas tomas desde abajo, para hacer lucir los Reebok, Jerry.

-Buena idea, Leine -dijo pensativo -. Por cierto -aplaudió en el aire, como si estuviese tratando de despejar su mente -, iré con y unos amigos a un bar esta noche, pero uno de ellos no podrá asistir, ¿vienes? -preguntó sonriente - Tocará una banda un poco alocada, y tú siempre usas playeras extrañas de bandas, supuse que a ti te gustaría ir.

Sonreí y terminé de ajustar el reflector. Comencé a bajar las escaleras.

-¿Qué banda es?

-Ni puta idea -hizo un gesto -. Tiene algo que ver con muerte masiva -hizo un gesto con sus manos como si quisiera referirse a algo grande -. Mi amigo dijo que eran nuevos.

Inmediatamente lo su supe.

-¿Megadeth?

-Sí, eso -sonrió mostrando sus relucientes dientes.

-Bueno, me temo que no podré ir -respondí.

-¿Por qué? ¿Tienes planes?

-No, es solo que... -tragué saliva, no sabía qué decir - No me gusta ese tipo de música.

-¿Segura? -elevó una ceja y me miró con incredulidad. Justamente yo usaba una playera de Overkill.

-Bueno, tal vez no estoy de ánimos.

-Es viernes por la noche, vamos, mujer -me tomó de las manos y me miró insistente -. Eres la única de esta oficina que me agrada.

-¿Porque no soy artista y no compito contigo? -lo miré con gracia.

-No es eso -rodó los ojos -. Es que eres hija de Andrea Clark, un ícono de la moda californiana -explicó con ligero entusiasmo -. Aparte, eres bonita. Yo solo salgo con gente bonita, cielo -tocó mi mejilla. Después solo soltó una risa escandalosa -. Aparte ya gasté en los boletos, no sé a quién más decirle.

-¿A Katie? -sugerí -Le agradas.

-Vamos, esa niña está enamorada de mi -negó con el ceño fruncido -. Agradezco su atención, pero, el año pasado estuve saliendo con uno de los publicistas, eramos abiertamente gays y eso significó absolutamente nada para ella. Sigue intentándolo -dijo con sorpresa y cansancio a la vez-. Lo reconozco, nunca se rinde. Pero invitarla solo le daría falsas esperanzas.