𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆

treinta y seis

MADELINE

Seguía molesta con Dave.

No le habablaba, lo ignoraba tanto como podía. Cuando dormíamos, solo le daba la espalda, él se acercaba a mi y me abrazaba e intentaba tocarme y besarme, pero le soltaba algún manotazo para alejarlo. Él gruñía, a veces solo se daba la vuelta y  al poco rato caía dormido, pero en una ocasión, gruñó y se levantó molesto de la cama, salió de la habitación azotando la puerta, y al instante entró con un porro y comenzó a fumar a un lado mío. Sabía que lo odiaba.

Solo me hizo enojar más.

Éramos terriblemente inmaduros.

Él comenzó a ignorarme también, y se volvía insoportable.

Había salido a beber con Lisa, solo dos copas. No  más. Me aburrí, nos despedimos y a las nueve ya estaba volviendo a casa.

Subía las escaleras del edificio,  cuando estuve frente al departamento, saqué las llaves del bolsillo de mi pantalón, y abrí.

Dave estaba en el sillón, sentado. Bebiendo y el lugar apestaba a hierba. No estaba solo para mi sorpresa. Estaban los chicos de la banda, solo Kerry y David, y dos chicas más, chicas que no había visto antes. Una estaba demasiado cerca de Dave. Fue lo único que llamó mi atención. Ella era hermosa, piernas largas y bronceadas, cabello perfectamente sedoso y rubio teñido, ojos verdes y un maquillaje demasiado estético, facciones delicadas y pequeñas, era perfecta. Usaba ropa ceñida a su cuerpo, y pegaba su escote al brazo de Dave mientras lo abrazaba por los hombros.

Dave me miró unos segundos, y después apartó la mirada y le dio un trago a la cerveza que tenía en sus manos.

Sentí mi corazón latir con fuerza, y sentía mi rostro arder.

Los instrumentos estaban conectados a los  amplificadores, y  Kerry tenía su guitarra en sus piernas mientras una castaña bonita de ojos azules tenía una pierna encima de la de él.

—Hola, chicos —los saludé.

—Hey, nena —Kerry me miró sonriente mientras apartaba con brusquedad la pierna de chica y dejaba la guitarra sobre el suelo.

Cerré la puerta detrás de mí y le sonreí como pude.

—¿Quieres una cerveza? —preguntó Kerry abrazándome por los hombros.

—Desde luego —contesté mirando a Dave. Dave y yo conectamos miradas.

Kerry me soltó para tomar una cerveza de la mesita de centró y me la entregó. Inmediatamente bebí de la botella tan rápido como pude.

La bebí casi toda en un solo trago.

—Estábamos ensayado —habló David —. Pero creo que es tarde  y tal vez te resulte molesto.

—Para nada —le sonreí y me senté sobre el suelo, enfrente de la mesa de centro y Dave y aquella rubia chica, ella me miraba confundida, y Dave no apartaba la vista de mi. Yo lo miraba con diversión fingida, claramente.

—Hey, Dave nos contó que fuiste a una fiesta con tus amigos los ricos —dijo Kerry sentándose a un lado de la castaña.

—¿Mi amigos ricos? ¿Qué dices? Solo salí con Lisa a una siemple fiesta.

—De gente rica —agregó David.

—Bueno, tal vez —respondí desinteresada.

—Se me olvidaba que eres rica, mujer.

—Si fuera rica no estuviese viviendo aquí, Kerry. No digas mierdas —contesté con incredulidad.

Kerry soltó una carcajada y miró a Dave con gracia.