cincuenta y tres

46 3 1
                                    


MADELINE


Solté una carcajada.

-Martin, fue solo licor -dije incrédula -. Después de todos estos años sigues sin superarlo, imagino que eres orgulloso o jodidamente resentido -me burlé de él.

-Madeliene, soborné a un maestro -rió entre dientes -. ¿Por qué parece que no te sorprende?

-Porque solo sobornaste a un maestro. No es la gran cosa -respondí con obviedad. Tomé más fideos con mis palillos y después los metí a mi boca.

Martin y yo comíamos comida china mientras trabajamos. Él había dicho que quería que lo ayudara clasificar el material artístico que se había dejado en el olvido: Fotografías y columnas que nunca fueron publicadas. Nos estaba tomando demasiado tiempo y Martin terminó por ordenar comida china.

Solo quedábamos él y yo en la oficina.

-¿Por qué parece que no te sorprende? -me miró con curiosidad.

-Porque también lo hice dos veces, no creo que sea un maldito pecado... -respondí con la boca llena. Él me miró con las cejas curveadas y una sonrisa divertida, solo con una pizca de sopresa - Aunque pensándolo bien, tal vez ya recibí mi karma -fruncí el ceño mientras recordaba los sucesos del año pasado.

-¿Enserio lo hiciste?

-Sí, ¿me vas a correr por deshonestidad? -pregunté con gracia.

Él sonrió y negó.

-¿Por qué? -preguntó, y siguió comiendo tranquilamente sus fideos.

Tragué mi bocado y me encogí de hombros. Yo estaba sentada en un cómodo sillón giratorio y tenía mis piernas cruzadas arriba de su escritorio.

-¿Quieres saber realmente?

-Sí, vamos -dio unos toquecitos en la mesa con su mano libre mirándome con intriga-. Me preguntaste cuál era mi recuerdo más vergonzoso y yo te he dicho, es tu turno.

-¿Quien dijo que eso me avergüenza? -reí con travesura. Él sonrió y asintió con la cabeza.

-Eras rebelde, ¿eh?

Suspiré y negué.

-Solo quería hacer enojar a mi madre -respondí simple -. No era mala en la escuela, solo que mamá tenía demasiadas expectativas y era frustrante. La primera vez le regalé un saco de Coco Chanel a la mestra de geografía, lo tomé del armario de mi madre y ella nunca se dio cuenta. La profesora nos odiaba mi y a mi mejor amigo, la hacíamos enojar demasiado, entonces nos reprobó. Yo no tenía muchos problemas con eso porque en las demás materias iba bien, pero mi amigo sí -evité decir su nombre -. Él vivía en casa del esposo de su hermana, y él le había dicho que si reprobaba una materia más lo iba a echar porque no quería holgazanes viviendo en su casa. La maestra era una inepta y con el saco fue suficiente para que nos aprobara a ambos. Teníamos como quince.

-Para problemas desesperados, soluciones desesperadas, ¿cierto? -dijo con una pequeña sonrisa - ¿Y valió la pena arriesgarte por un amigo?

-Sí, definitivamente.. Eso creo -respondí pensativa. Pero sí valió la pena, Dave me había salvado demasiadas veces -. La segunda vez fue en último grado de preparatoria. El maestro de matemáticas era nuevo, era joven y demasiado dócil. Y yo en ese momento era una pequeña perra -expliqué -, me levanté la blusa una vez que estuvimos solos y al día siguiente en la boleta vi que la materia estaba más que aprobada.

Él soltó una carcajada esta vez y nunca lo había escuchado reír así.

-Eso estuvo mal, Madeline -me miró con el ceño fruncido pero una suave risa se escapó de sus labios.

𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora