once

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MADELINE




—Estamos envejeciendo, pero aún somos muy jovenes, Dave. Y me sorprende que tú me hayas traído aquí, a una tienda para profesionales en la cocina. Maldición, me voy a conseguir a otro mejor amigo que quiera diversión en serio.

—No seas tonta, mujer. ¿De verdad no te haces una idea de por qué estamos aquí?

—No, a estos lugares vengo con mi abuela. —respondí en un puchero.

—Mira, ¿recuerdas cuando cumpliste diecisiete? Dijiste que querías tener tu propia pastelería, y yo recuerdo bien que también dijiste que ibas a cocinar los mejores postres de Los Ángeles.

Oh, rayos.

Me sorprendía que Dave recordara eso.

Dave me llevó a una tienda donde vendían cosas exclusivas para repostería, creí que había sido una broma o algo por el estilo cuando llegamos... Pero esa iba enserio.

Dave tomó el carrito para armar la compra y comenzó a caminar entre los pasillos. Yo solo lo miraba con sorpresa.

—Siempre sabes lo que la gente quiere, Maddie —Dave comenzó a hablar mientras miraba los estantes —. Siempre sabes qué es lo que yo quiero o lo que nuestros amigos quieren, estamos creciendo y ya somos adultos, y es hora de que pienses un momento en lo que tu quieres y necesitas. Si quieres ser repostera, hazlo, si quieres ser actriz, igual hazlo. Incluso puedes ser ambas cosas.

Maldición, maldición, maldición.

Recordaba todo lo que le conté alguna vez.

Ser repostera o actriz, mi anhelo desde siempre, lo recordó. Lo de actriz era más un pasatiempo de más joven.

Cuando le pedí a mi madre que me quería inscribir a clases de teatro, ella simplemente dijo: No, es una perdida de tiempo y de dinero, aparte no eres lo suficientemente linda como para llamar la atención de un productor famoso. Mi abuela y Dave fueron quienes siempre me impulsaron para meterme a las obras escolares... Siempre fueron ellos dos.

Y en cuanto a ser repostera, mi madre igual creía que era una pérdida de tiempo y decía que me pondría como "vaca" dedicandome a eso.

—No se te ocurra ponerte drámatica, ¿eh? Solo te ayudo a florecer —dijo Dave con burla.

Dave caminaba con simpleza entre los pasillos. Y yo solo sentía una especie de emoción.

Era lindo saber que él siempre estaría ahí. Era lindo saber que lo tenía a mi lado.

—Odio que seas cursi porque siento que debo ser cursi también, y odio las cursilerias.

—Yo no quiero ser cursi, ni quiero que seas cursi. También odio las cursilerias —habló con una mueca de asco —. Mejor mueve tu gordo trasero y toma lo que necesites, que hoy estaremos mucho tiempo en la cocina de Madeline. —y sin más, soltó una risilla malévola.

Mierda.

Amaba a este hombre.






×



Solté una carcajada y me retorcí en mi lugar.

—Eres un imbécil —dije con la respiración entrecortada.

—No, tú eres la imbécil. No me explicaste bien, esto no es lo mío. Te compré todo esto para que tu cocinaras, no porque yo quisiera cocinar contigo.

Solté otra carcajada ante su queja.

—Dave, no hay nada de complicado en amasar el fondant.

Él soltó un gruñido y me miró mal.

𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora