dieciocho

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DAVE

Abrí los ojos y lo primero que vi fue mi televisor apagado. Sentí un dolor punzante recorrer mi columna hasta mi cuello. Claro, dormir en el sillón  no resultaba muy cómodo. Un olor a café y a pan inundó mis fosas nasales. Mis tripas comenzaron a rugir.

Entonces recordé lo sucedido anoche. Besé a Madeline y ella me correspondió.

Me preguntaba si lo había hecho solo porque ella estaba en un momento vulnerable y actuó sin pensar, o simplemente quiso hacerlo.

Me levanté del sillón y me estiré, tratando de relajar mis músculos entumidos y adoloridos. Miré hacia la mesa, ahí había un plato con un par de rebanadas de pan tostado, a un lado estaba la cafetera con algo de café.

—Madeline. —la llamé. No obtuve respuesta.

Gruñí y me asomé en la habitación.

Ella no estaba ahí. Supuse que  Madeline se había ido. Opté por comer lo que estaba en la mesa. Me senté en una silla y bufé. A veces me sentía extraño desayunando solo, pero la presencia de Madeline siempre me hacia sentir aún más extraño, pero de una forma más cómoda.

A un lado del plato, había una pequeña nota, con la letra de Madeline, esta decía:

Dave, gracias por cuidarme anoche.

Tuve que marcharme temprano. Te hice el desayuno. No quise despertarte. Tomé prestados unos tenis, prometo que te los devolveré en cuanto te vea.

Cuídate y no seas un idiota.

Por cierto, no vengas buscarme durante estos días a mi casa. Nos vemos.


Fruncí el ceño, ¿por qué mierda no podría ir a buscarla a su casa? Algo no estaba bien y Madeline no quiso decirme, entendía que tal vez no se sentía lista para contarme la quepasaba. Aunque no creía que se tratase de algo sumamentedelicado. Madeline era sentimental.

Pero se suponía que me contaba todo.

¿Qué putas le está pasando?

Terminé de desayunar yme metí a dar un ducha rápida.

Cuando entré a mi habitación, noté el vestido de Madeline en el suelo. Ella se miraba jodidamente bien con aquél estúpido vestido, pero recordé que no parecía nada cómoda; a Madeline le gustaban los vestidos, pero ella jamás usaba vestidos así.

Decidí llamar a su abuela. Marqué el número de la casa de Maddie y esperé en la línea. Esperaba a que contestara Ma Bel o Madeline.

Entonces contestaron.

—Hola. —esa era la voz de la abuela.

—Ma Bel, hola. ¿Cómo estás? —pregunté.

—Oh, cielo. Eres tú, me alegra oírte. —se escuchaba alegre. Pero luego hubieron unos segundos en silencio. — Estoy bien, Dave. ¿Qué hay de ti? —dijo casi susurrando. — He querido ir a tu casa, pero no he tenido tiempo, cielo.

—No, está bien, no querrás ver el puto desastre que tengo aquí.

—Hey, cuida ese vocabulario. ¿A qué se debe tu llamada? —siguió hablando en susurros.

𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora