veintiocho

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MADELINE


—Cuando sus torpes guardias y Leo se despistaron, llamé a un muy buen viejo amigo, es una especie de detective. Me ayudó a investigar a Leo, y a medir el  peligro. Descubrió que Leo no era lo que aparentaba —mi abuela se encogió de hombros y me miró con tristeza. Y yo me sentí tan idiota porque había temido demasiado, más de  lo que Leo merecía — . Tenía planes de crecer y expandirse, ya sabes, transportar fuera del país. Necesitaba una grande expansión de descendientes también, él realmente estaba pensando en grande, pero ni siquiera  llegó a la mitad. Si se casaba contigo tenía oportunidad de ser aclamado y de que la gente no lo atacara y conocer a gente importante, por lo mismo de quién es tu madre en la sociedad y la influencia que ella tiene. Lo creyó muy provechoso el bastardo —ella explicaba las cosas con demasiada ira y violencia, y yo solo la escucha atenta. Lisa estaba recargada en el lavamanos, mirándonos, examinando mi rostro —. El día de la boda  mi amigo pensó que era el mejor momento para atraparlo, lo habían estado buscando porque asesinó a uno de sus colegas, pensaron que en la boda todos estarían con la guardia baja y en efecto. Quisimos llevarte lejos de ahí, por cualquier cosa, por si la cosas se ponían feas. Hubieron algunos percances, pero las cosas salieron como salieron y solo queda esperar.

—¿Y mamá?—pregunté impaciente.

—Ella está detenida, por situaciones que ya conoces, Madeline. Estaba de invitada en la boda de un narcotraficante.

—¿Y qué pasará conmigo?

—Mañana tenemos que ir a declarar, Madeline. Mi amigo solo me dio hasta que tú llegaras, sana y salva, porque es forzoso ir a contar todo lo que sabemos.

—No quiero hacer de esto un escándalo.

—Parece que el hecho de que tu madre estuviese involucrada, lo hizo en un escándalo, cielo.

Maldije por lo bajo.

—¿Qué pasará después de eso?

—Habrá un juicio, tenemos que estar ahí. Para que lo castiguen por las cosas que te hizo.

—Pero...

—Pero nada. Te asustó, te amenazó, te privó de la libertad y te estaba obligando a casarte, y si te hubieras casado, solo Dios sabe las otras cosas atroces que pudo haberte hecho.
















~■○■~
















El detective había dicho a mi abuela que vendría él en persona, para evitarnos tener que vivir alguna desagradable situación en el departamento de policías.

Él había llegado hace unos minutos. Su nombre era William, era británico. Era un hombre mayor, probablemente de la edad de mi abuela, parecía un hombre fuerte pero también se miraba cansado. Tenía canas en su negro cabello, ojos azules y arrugas en los costados, tenía rasgos finos y parecía que en su juventud fue un hombre atractivo.

Él estaba sentado en el sofá, frente a mí y a Lisa, esperábamos a mi abuela que había ido por por té.

—¿Desde cuándo conoce a la señora Isabelle?—preguntó Lisa con curiosidad.

Le lancé una mirada, dándole a entender que no fuera imprudente, porque Lisa siempre ha sido confianzuda.

Pero William rió entre dientes ante la pregunta tan  natural de mi amiga.

—Desde que tengo memoria, eramos vecinos. Sus padres habían llegado a Inglaterra desde Irlanda cuando ella era muy joven. Ella era una jovecita audaz, siempre ha sido así. Fuimos amigos hasta que conoció a tu abuelo —me señaló —, ella se mudó a este país. Nos reencontramos cuando Andrea era una pequeña niña de dos años, yo recién me mudaba a New York, pero un día  vine a Los Angeles por asuntos de trabajo. Ella tenía una vida con su hija y yo una vida de casado con mi trabajo de detective.

𝕻𝖗𝖔𝖒𝖎𝖘𝖊𝖘 ☆𝕯𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora