Interés

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—Bueno. No se peléen...

Dice la chica morocha mientras prende un cigarrillo, muero por saber como se llama, pero no quiero hacer otra pregunta que pueda ofender a alguien ni que me haga volver a llamar la atención.

—Yo nunca me peleo con nadie.

Andy responde serio y, aunque al principio creo que es sarcasmo, me doy cuenta de que es una confesión sincera cuando nadie se ríe.

—Sos egoísta, Andy.

Él levanta los hombros y se vuelve a recostar en el sillón mugriento sin hacerle caso a Teo.

—Vamos Teo, dejá de molestarla, se terminó el juego, tenemos que irnos.

Ian se para y toma a su amigo por el hombro. Odio decirlo, pero este grupo salió de una película, cuando veo que todos están listos para irse a donde sea que tienen que ir, se ven perfectos. Teo con su pelo azul, Ian con sus piercings y las chicas vestidas con remeras de bandas y zapatos altos. Cuando los veo así, me dan ganas de ser como ellos, aunque tengan códigos morales muy cuestionables: interesantes, rebeldes y despreocupados, pero no lo soy, soy Cora, la pequeña chica blanca y pura que se pone nerviosa con miles de cosas.

—Chau. —La rubia de pelo teñido que me cayó simpática es la única que me despide con un beso en la mejilla. —Soy Katia, espero volver a verte.

Me sonríe y yo me quedo pasmada.

—Yo soy Cora, un gusto.

Katia es un lindo nombre... no creo que ella sea así de todas formas.

—Decile qué significa. —Me exige Andy leyéndome la mente, me giro sobre el lugar para ver cómo una sonrisa le marca más los huesos de las mejillas. —Dale...

Katia, que no tiene idea de qué está hablando Andy, se queda en su lugar mientras sus amigos la esperan en la puerta de la cueva.

—Emm... pura, no...—Me corrijo rápidamente. —Que viene de la nobleza.

Y así sus amigas explotan en carcajadas. Sabía que no tenía que decir pura. Katia pisa con su taco fuerte sobre el suelo y las mira con esa mirada amenazadora que también tiene Berni. Con su remera caída, sus tiras de corpiño de color celeste intenso y su labial corrido parece una cantante de alguna banda. La verdad es que es una chica extremadamente linda, tiene cara de ratón. Entiendo por qué a Andy le gusta. Veo su cuerpo definido, marcado y flaco y no puedo evitar sentirme una gorda sin forma en comparación.

—¡No se rían!

—¿Pura? Ja, la más pura de todas.

La morocha se burla y Katia me mira enojada.

—¿Qué significa su nombre?

Giro sobre mis rodillas y me sostengo con las rodillas de Andy para mirar a las chicas que están en la entrada.

—¿De quién?

La morocha levanta la mano desafiante mientras tiene los brazos cruzados y la cadera torcida. Ella tiene un flequillo espeso corto a la mitad de la frente, sus piernas son largas y lleva un tatuaje inmenso en el muslo, veo sus collares y noto una cruz dada vuelta que me hace tragar saliva. Ella e Ian son los que tienen la peor cara de pocos amigos.

—Sabrina.

Pienso rápido, este lo sabía, pero no sé por qué, no puedo acordarme en este momento

—¡No la ayudes!

Me exige Katia y sigo intentando recordar...

—Princesa... creo que guerrera.

La morocha, que ahora sé que se llama Sabrina, le muestra el dedo del medio a su amiga sin inmutar su cara. Cuando lo pienso bien, parece salida de una vieja película en blanco y negro.

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora