Libertad

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—¡Coraline!—Intento pararlo moviendo las manos en gesto negativo y adelantarme a sus palabras. No sé qué pretende hacer, pero sé que puedo razonar con él antes de que haga una locura. O eso creí. —¡Dos putas semanas y no podés mandarme un puto mensaje pidiendo perdón!

Me toma de la cintura y con todas sus fuerzas me arroja a la pileta.

—¡No sé nadar!

Es lo único que puedo gritar antes de aterrizar en el agua helada. ¿Qué hago? Me voy a morir ¿Por qué me tiró al agua?

Emerjo a la superficie e intento flotar. Me voy a ahogar, me voy a morir ahogada. La desesperación me inunda y miro al borde. Esteban me mira avergonzado y Andy con Teo e Ian no dejan de reírse a carcajadas de mí. Esteban empuja a Andy en el pecho, pero él se lo quita de encima moviendo el brazo en forma circular, está con más ganas de reírse de mí que de pelearse con mi novio que dice cosas que no entiendo, porque mi chapoteo silencia el sonido que sale de su boca.

¿Es que nadie se da cuenta de que de verdad me estoy ahogando? ¿Por qué nadie me ayuda?

Andy mira a Esteban, quien se queda helado en el borde y no puedo creer que todavía no haya saltado para salvarme. Me atraganto con agua y empiezo a hundirme, voy a morir frente a toda esta gente por culpa de Andy, su enojo, la estupidez de mi novio por nunca haberme enseñado a nadar y ahora no estar saltando a rescatarme y por mi falta de coordinación manos-pies.

Siento un agarre en mi cintura y puedo volver a respirar. Me aferro a la tela negra que tengo en frente y cuando vuelvo a la realidad escucho las risotadas de Andy en mi oreja. Me aferro a él como un gato al que no le gusta el agua y me quedo abrazada, muerta de pánico, mientras le pego con una palma en la espalda. Estoy muy enojada, no me preocupa hacer una escena en este momento.

—¡¿Sos idiota?! ¡Me podría haber muerto!

Andy ríe más fuerte y me separa de su cuerpo unos centímetros.

—Si hubieras intentado pararte, no te hubiera pasado nada.

Cuando logra separarme de él, al fin, luchando contra mis esfuerzos de permanecer aferrada a su espalda, me doy cuenta: el agua le llega al pecho, es decir, si me paro hago pie, y eso explica la cara avergonzada de mi novio. Estaba haciendo una escena por nada. Me pongo roja de la vergüenza e intento no mirar a mi alrededor a las miradas burlonas de la gente.

—Eso te pasa por no escribirme ni una vez.—Me dice Andy que vuelve a sujetarme contra su cuerpo y yo lo recibo. Hago pie, pero igual no me gusta estar en el agua, me siento desprotegida en ella. —Sos increíble.

Andy se tira para atrás y peina su pelo sumergiéndolo, apoyo mi frente contra su pecho y suspiro para calmar mi corazón que no deja de golpear contra mis oídos.

Esteban, que sigue en el borde mirándome con sus amigos, quienes todavía no entienden qué hacen esos tres intrusos en su pileta, me hace enojar. Esteban me enoja, me enoja la cara de banana que está poniendo en este momento, porque sí, es de banana y me enoja que no saltó a rescatarme de mi falso ahogamiento porque le dí vergüenza.

—¡Hey! ¡Sin ropa en la pileta!

El guardavidas se acerca al borde opuesto imponiendo respeto. Yo estoy solo con mi vestido blanco playero, pero Andy está en el agua con botas, pantalón, remera, cadenas y los pañuelos que cuelgan siempre de sus bolsillos. Me impulso para acercarme al borde y Andy me detiene. Lo miro extrañada ¿Pretende quedarse?

Veo que Teo e Ian se acercan más al borde y todos ignoran al pobre salvavidas que no deja de tocar su silbato para llamar la atención.

—¿Así que no sabe nadar?

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora