Serenidad

7.6K 769 60
                                    

—¿Sos de verdad?

Creo que estoy volviéndome totalmente loca. ¿Tomé solo un trago, no? ¿Y si me pusieron algo en el trago? ¿Me drogaron? Escuché en la televisión que la gente droga chicas poniéndole cosas en los vasos... ¿La droga vuelve loca a las personas? Oh, no. Me voy a convertir en drogadicta y...

—Obvio que soy de verdad.

Andy fantasma se acuesta en mi cama y levanta una pierna para comenzar a deshacerse el nudo de su bota. Me acerco a él gateando y le toco el muslo con el índice.

—¿Andy?

—¿Sí?

Deja la bota en el suelo y comienza a quitarse la otra.

—¿Qué hacés en mi habitación? Es tarde.

—No podías dormir en mi casa, así que vine a tu casa a dormir con vos.

Dejo caer mi cabeza rendida entre mis brazos y ahora sé que es Andy de verdad.

—Te escuché irte con el auto.

—La otra vez te volviste loca cuando lo dejé en tu puerta, entonces lo dejé a la vuelta y caminé.

Levanto la cabeza todavía en cuatro patas al lado de la cama y él me acaricia la mejilla, acostado en su lugar.

—Es muy cruel de tu parte que estés sin ropa y en esa posición.

Se me incendian las mejillas e intento ignorar su comentario con mucha dificultad.

—N..no podés dormir acá. Está mi papá, además, te dije que no quería dormir con vos.

—Ya hablamos esto Cora, dejá de obligarme a repetir lo poco que me importa lo que vos querés.

Me paro y voy hasta mi placar para sacar un pijama.

—No vas a dormir acá, mi papá te va a matar cuando nos vea.

—Primero, no me va a ver. Segundo, voy a dormir acá. Tercero, no te pongas esa cosa horrible para dormir.

Me paso la remera del pijama por la cabeza, me quito el corpiño por debajo para no quedar expuesta y termino por deslizarme los pantalones por las piernas.

—No te gusta nada de lo que me pongo.

Extiende las manos mientras se corre un poco para hacerme lugar en mi propia cama, de la cual parece ya se adueñó completamente.

—Es verdad, no me gusta que te pongas nada. Te prefiero desnuda.

Revoleo los ojos y cruzo los brazos antes de patearlo fuera de mi cama con un solo pie. Con la poca fuerza que tengo, no logro correrlo ni dos centímetros.

—Andy, andate.

No puedo levantar la voz porque mi papá está durmiendo, pero si no lo estuviera, estaría gritándole como una loca. Él deja caer sus manos, cierra los ojos y simula estar dormido. Después de unos segundos, vuelve a abrir un solo ojo y sonríe.

—¿No vas a dormir en el piso, verdad?

Intento patearlo otra vez, si se cae, por ahí recupero mi cama y con la esperanza de que no va a soportar el suelo duro durante toda la noche. Cuando lo muevo un poco festejo demasiado pronto, él toma mi tobillo y tira de él haciéndome perder el equilibrio. Con mi tobillo en mano se para, rodea la cama y me levanta sobre los brazos. Me aferro a él esperando que me lance, pero apoya su rodilla y se acuesta conmigo en brazos.

—Ves, si sos buena y no refunfuñas como siempre haces, podemos disfrutar de esto.

Me abraza para no dejarme escapar y con el brazo libre, nos tapa a ambos con las sábanas y el acolchado.

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora