Intrepidez

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Se tumba a lo largo del asiento conmigo encima y toma el control de nuestro beso tomándome del pelo y mordiéndome el labio inferior con potencia. Creo que esto es lo que llaman enojo pasional.

Recuerdo que no puedo hacer nada hoy, no puedo dejar que Andy me toque, aunque me vendría bien en este momento, pero no pienso dejar que esto se desperdicie. Cuando intenta desabrocharme el cinto lo detengo. Agradezco estar arriba y poder desarmarle el botón del pantalón sin problemas. Me corro unos centímetros para poder bajárselos y meto mi mano en sus bóxers para tocarlo mientras me inclino para seguir besándolo.

—¿Desde cuándo...?

Lo aprieto rodeándolo fuertemente con mis dedos y contra sus labios lo callo. Si se burla de mí en este momento, es muy probable que quiera parar. Sigo manoseándolo como la ninfómana que soy y disfruto de los besos que me da cuando se empieza a hundir en el placer que le produce que lo toque. Empieza a gemir, me separo de él levemente para ver su cara de confusión, generalmente esto siempre es al revés, es la primera vez que lo toco o hago algo por él desde la primera vez que vi su cosa en su cueva. No quiero pensar mucho en lo que estoy haciendo, siento que voy a arruinarlo todo.

Bajo su bóxer, gateo por sus piernas en reversa y lo enfrento.

—Decime cómo hacerlo...

Le digo con su cosa en mi mano. Él, que no puede creer lo que está pasando, se queda pensativo. Sí, quiero hacer esto. ¿Tanto cuesta entenderlo? Alzo las cejas impaciente y lo vuelvo a apretar a lo que reacciona con un espasmo que crece en su pecho y lo devuelve a la realidad.

—No lo creo... ¿Querés chupármela?

Sonríe y me penetra el alma con sus ojos azules, ya no creo estar enojada. Saco la lengua y él se acomoda mejor con la cabeza contra la puerta del auto.

—No... quiero que me enseñes a hacer helado.

Digo sarcásticamente.

—¿A base de leche?

Le pego una cachetada en el muslo y se ríe con su propio chiste.

—Andy...

—¿Los chicos de recién te dieron algo extraño?

Me muerdo el labio inferior y hago una cara aburrida. Está desperdiciando el momento y dudo que mis ganas sobrevivan toda una conversación al respecto.

—No.

Vuelvo a retomar el movimiento con mi mano para que recuerde en qué posición estamos.

Espero que no pase mucha gente por el estacionamiento y si lo hacen no importa mucho, ya que las ventanas del auto siempre están llenas de tierra.

—Pedilo.

—No lo voy a pedir.

—"Andy quiero chuparte el codo."

Lo suelto y me siento sobre sus piernas, cruzándome de brazos y controlando a nuestro alrededor de que no haya nadie de la fiesta pasando el rato en el playón.

—No lo hago por mí. No lo voy a pedir, si no querés entonces... Está bien.

Él me detiene tomándome del brazo cuando nota que estoy por salir de encima suyo.

—Bien.

Vuelve a mirarme y esta vez no hay dudas en su manera de hablarme, lo miro y realmente no sé cómo voy a hacer esto. Sé algo de teoría gracias a las historias de mis amigas, pero no veo la forma de que todo me entre en la boca. La primera vez que la vi, me parecía simpática, pero es verdad que la veo con otros ojos cuando sé que tengo que meterla en algún lado. Lo vuelvo a tomar con mi mano tomando todo lo que puedo y casi por inercia le levanto levemente la remera para ver el lateral de su estómago tatuado. Como siempre, deja que lo diseccione con la mirada sin reproches, siempre paciente y beso su estómago por qué simplemente tengo ganas de hacerlo.

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora