Pertenencia

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—¡¿Andy?!

Mientras Andy se encarga de acomodar el colchón de su cama y el que está debajo de su cama en el sótano, uso su baño. Necesitaba bañarme, la remera no quita la fea sensación de estar sucia.

—¡¿Qué pasa?!

Responde con un grito profundo desde la planta de abajo.

—¡No tengo toalla!

—¡Bajá, desnuda!

Me río en el baño y enjuago el jabón de mi cuerpo. Conociéndolo ya está buscando una toalla mientras me molesta. Me relajo en el agua tibia hasta que escucho el picaporte y corro levemente la cortina de baño.

—Gracias.

Andy deja dos toallas limpias y dobladas sobre la tapa del inodoro y se empieza a quitar el pantalón.

—¿Querés que te deje el agua prendida?

—No, quedate adentro.

Cuando se deshace del bóxer mete un pie en la ducha y controla la temperatura del agua.

—¿Ni siquiera pensás preguntar si me quiero bañar con vos?

—Sé que querés bañarte conmigo.

Me corre para alcanzar la lluvia de la ducha y se peina para atrás frotándose la cara con el agua.

—Voy a salir.

—Quedate...

Me sujeta del brazo y me entrega el champú. Contemplo su cuerpo mojado, su pelo revoltoso y sus ojos tranquilos, no le puedo decir que no, menos cuando está así, totalmente desnudo para deleitarme la vista. Me volví bastante pervertida desde que lo conocí, tengo que confesar, o ya lo era y Andy fue el detonante que lo sacó a relucir. Veo como sus tatuajes brillan por la reflexión del agua y muerdo mis labios para resistir el impulso de atacarlo a besos.

—Sos muy demandante.

Tomo el champú y me esparzo el contenido entre las manos para pasárselo por su espeso pelo negro. Tengo que hacer un esfuerzo, Andy es alto como para que le esté lavando la cabeza. Me pongo en puntas de pie y él me sostiene de la cadera para que no me patine con la espuma mientras sonríe como un tarado, viendo mis senos presionados contra su pecho. Me presiona contra su cuerpo para que mi escote se estruje todavía más. Se relame los labios y le paso mi dedo con espuma por la lengua de pervertido que tiene. Siente el sabor amargo, empieza a escupir riendo y se enjuaga la boca pero sin soltarme.

Es tan tonto y gracioso que me quedo contemplándolo con una sonrisa de oreja a oreja. La estoy pasando muy bien y se nota por sus ánimos que él también. Se pone juguetón y bobo cuando está contento.

Ladea la cabeza cuando nota que estoy en trance y se queda contemplando mi rostro como si quisiera grabar cada detalle en su memoria, sus ojos se mueven por todos lados rastreando cada pequeño movimiento que hago.

—¿Querés ser mi novia?

Dice de la nada y me lleva a explotar en risas en su cara ¿Qué idioteces está diciendo ahora?

—¿Me estás hablando en serio?

Asiente con la cabeza mientras se enjuaga el jabón y me deja sobre mis pies una vez que termino mi trabajo. Cuando veo su cara seria, me escapo a mi mundo de fantasías en él cual le respondo que sí, él se queda en el pueblo, mi papá lo ama y vivimos felices para siempre.

—Tenés que dejar a Esteban, no podés tener dos novios, no seas promiscua.

—¿Dejar a mi novio por tres días de noviazgo?

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora