Atracción

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—Primero lo de arriba...

Susurra entre besos y tengo que cerrar los ojos para contener las ganas de besarlo. Me desprende el corpiño rápidamente y enreda sus manos en las tiras para deslizarlas por mis brazos. Lo odio, odio como me maneja, como quiere y me odio por permitírselo.

Cuando mi corpiño cae al suelo sigo con los ojos cerrados, es más fácil de esta forma. Él recorre mi espalda con las yemas de sus dedos y mete sus pulgares por el elástico de mi bombacha y la desliza por mis piernas, no la deja caer como a mi corpiño, sino que la acompaña todo el recorrido hasta el suelo. Vuelve a pararse y descansa su barbilla sobre mi cabeza porque está a la altura perfecta.

—Así que esto es lo que escondías debajo de esas telas horribles. —Aprieto los puños y puedo sentir su mirada en mí, no quiero abrir los ojos, me siento muy expuesta como para hacerlo. —Si no abrís los ojos, nada de esto tiene sentido.

Como siempre las palabras de Andy accionan un botón y lo hago, abro los ojos para mirarme. Tengo que confesar que me odio desnuda, no es que tenga algún defecto mayor, tengo una pequeña barriga, los muslos muy grandes, mis hombros muy pequeños para la proporción de todo, mis pechos apenas hacen un pliegue sobre mis costillas y me gustaría tener un poco más de cintura. Solo lo hago: odiarme desnuda. Es de lo más incómodo tener que enfrentarme a mí misma en ese estado, ya no me preocupa mucho que Andy me esté mirando, me preocupa más la repulsión que siento por mi propio cuerpo. Como él dijo, nunca me miro al espejo desnuda, nunca lo puedo soportar. Intento meter panza casi por instinto, pero es inútil. Hago un gesto y me llevo las manos al vientre. ¿Le pareceré horrible?

—Tenés una teta más chica que la otra.

Instantáneamente, me llevo las manos a mis pechos y los mido con cara de pánico ¿En serio? ¿Cómo nunca me di cuenta? Cuando Andy ve mi preocupación como siempre empieza a reírse de mí.

—No te preocupes, todas las mujeres tienen una teta más chica que la otra.

Me dice entre carcajadas e intento pegarle con el puño en la pierna, pero como estoy calculando por el espejo, fallo miserablemente.

—¿Cómo podés bromear ahora? Estoy desnuda.

—¿Y? Estás en pelotas, todos venimos a esta vida desnudos. No es tan trágico, es piel y carne.

Cruzo mis brazos y no me importa ofenderme mientras estoy sin ropa, como si eso no me quitara seriedad.

—Para vos no es tan trágico. Sos hombre.

—¿Y?

—No tenés que preocuparte por estas cosas.

—¿Creés que no?

—¿Por qué lo harías?

—Todo el mundo se siente inseguro con su cuerpo, estoy seguro de que incluso tu amiga con cuerpo de modelo.

Pienso en Berni y no la imagino sintiéndose mal por algo, no le falta nada. Es sumamente perfecta. ¿Qué pensará Andy del cuerpo de Katia? ¿Qué pensará de su propio cuerpo?

—Ahora tengo otro trauma.

—Está bien, está bien, perdón.—Dice conteniendo la risa como el bobo que es. —Estaba mintiendo, no tenés una teta más chica que la otra, solo quería ver tu cara.

Largo un gruñido y él empieza a sacarme los invisibles del pelo.

—¿Hay algo que te moleste de vos mismo?

Andy arquea una ceja.

—Muchas cosas.—Se mira al espejo y se lleva la mano a la barba que le está creciendo levemente. —Pero no dejo que me impidan nada.

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora