Aceptación

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Por suerte cuando Alicia llega a la casa ambos estamos cambiados, yo volví a ponerme mi ropa, pero el vestido no cubre ninguna de las dos marcas, sé que ella las vio, pero por suerte no dice ningún comentario al respecto, en cambio, le lanza una mirada asesina a su hijo que está orgulloso de su obra de arte.

—¿Cenan algo?

Pregunta Alicia que parece tener un tiempo en su ocupada vida. Andy gira la cadera y se gira hacia mí mientras yo aprieto el borde de la mesada de la cocina, nerviosa, tendría que volver a casa a cenar y volver más tarde con una excusa o escaparme por el balcón, pero tengo tantas ganas de quedarme que evito hacer lo correcto. Le digo a mi papá que tengo una cena con las chicas y ya me voy a arreglar con una llamada diciéndole que me quedo a dormir con Jimena.

—Sí, está bien.

Alicia saca un par de sartenes y se pone a hacer la cena, por lo que me había dicho Andy, nunca hacía comida casera.

—¿Estás feliz con las visitas? ¿Sabés siquiera hacer algo sin quemarlo?

Pregunta él mientras me pasa el brazo por los hombros.

—¿No puede una mujer cocinar tranquila en su casa?—Andy le pone una cara burlona. —Parece que con hijos así no.

Me río por lo bajo.

—Te ayudo.

Me zafo del agarre de Andy y me pongo con Alicia a cortar cebolla, parece que vamos a cenar pollo al wok. Andy se ofende porque abandoné sus brazos sin delicadeza y me besa la cabeza para dejarme trabajar con su mamá. Me arden los ojos, obviamente, y empiezo a llorar con ella, nos miramos entre lágrimas y sollozos y ambas rompemos en risas, ni bien nos sonamos la nariz al mismo tiempo. Andy, que parece celoso hasta de su propia madre porque robó mi atención, revolotea a mi alrededor para recuperarla.

—Vos, deja de hacer esa cara. Pone la mesa.

Ordena Alicia a su hijo secándose una lágrima con la mano con la que sostiene el cuchillo. Él hace un saludo militar y saca platos, vasos y cubiertos para revolearlos sobre la pequeña mesa plástica de la cocina, exactamente como hizo en mi casa.

—¿Van a tardar mucho? Me estoy cagando de hambre.

—¡Andy!

Gritamos ambas al mismo tiempo.

—Creo que dejar que se conozcan fue un error.

Responde mientras busca un cenicero y se sienta en la mesa a fumar un cigarrillo.

—¿Te quedás a dormir?

Pregunta Alicia casualmente y me pongo roja de la vergüenza.

—Bajé los colchones... Después los subo.

Informa Andy como si nada y paso de rojo a violeta.

—¿Tenés sábanas?

—Sí.

—Está bien. Luis tiene guardia, pero el miércoles podemos almorzar todos juntos para despedirte.

La mención nos deja a Andy y a mí helados, Alicia se da cuenta de que el tema es delicado e igual lo aborda con mucha curiosidad.

—¿Qué van a hacer? ¿Salir a distancia?

No me sorprende que Alicia suponga que salimos. Por cómo es Andy, debo ser la única chica que vio más de dos veces pasar por su cocina hasta su sótano... además de Katia, Katia tiene pinta de venir seguido, pero no está acá ahora, no me preocupo y me consuelo a mí misma diciendo que tal vez a ella nunca la invitaron a cenar.

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora