Desconsideración

7.2K 686 35
                                    

—Hoy no parecés monja. Al fin te ponés algo decente.

Dice Ian cuando bajamos del auto y puede darme un vistazo con la luz de la calle.

—Mi obra maestra.

Berni se adjudica todo el logro y al segundo comienza a pelearse con Jimena, que también quiere ser reconocida por ser responsable de mi vestuario. Espero que no sea una de esas veces en las cuales comienzan a pelearse entre ellas para llamar la atención de un solo chico y espero que ese chico no sea Ian y su aro de vaca.

Andy termina de cerrar el auto y se desliza extrañamente por el capó para llegar más rápido hasta la vereda, me observa con cara rara y frunce el ceño. No sé si es porque está intentando entender qué tengo puesto o porque le pasa algo más, después de todo, estuvo distraído todo el camino. Se mete ambas manos en los bolsillos de su ajustado pantalón y empuja a Teo, que no deja de revolotear alrededor mío.

—¿Qué te pusiste?

Se agacha para estar a la altura de mis ojos y examina todo mi disfraz.

—Las chi...chicas.

Me cuesta hablar cuando alguien está tan cerca de mi cara y haciendo gestos extraños.

—No te queda bien.

Dice y me rodea para llegar a donde está Jimena y caminar a su lado hasta el bar.

¿Está molesto porque me puse esta ropa? Sé que nunca voy a terminar de entender a Andy, si hay algo que aprendí de mis películas románticas, es que los chicos malos se vuelven locos cuando las chicas cambian por ellos. Está claro que no cambié por él, pero estoy vestida como las chicas que estoy segura suele meter en su cama ¿Por qué no se puso como loco con mi nuevo aspecto?

—No le digas eso, le queda fantástico.

Jimena se da vueltas y camina de espaldas para observarme de lejos.

—Está más normal, como nosotros por lo menos.

Teo me sigue por la espalda mientras prende un cigarrillo y Berni e Ian se adelantan al bar.

—Nunca va a ser como nosotros.

Afirma Andy y le guiña un ojo a Jimena. Me siento un poco decepcionada, sinceramente esperaba otra reacción de parte de Andy, pero intento no darle mucha importancia, después de todo, no es que voy a volver a ponerme esta clase de ropa y tampoco me quiero parecer a ellos... o sí, hay veces que sí, pero sé que nunca voy a llegar a ser igual. Me conformo con lo poco que soy. Creo.

Cuando pasamos por el umbral de la puerta del bar me siento aliviada de ver que el lugar no es como el anterior antro en el que estuvimos, este es un poco más decente. No hay mujeres mostrando su ropa interior ni hombres con barbas y camperas de cuero. El lugar tiene una luz tenue violeta y varias mesas y sillas esparcidas por ahí. Un grupo de gente se para en el centro y algunas personas bailan al ritmo de la potente música. La barra tiene en el fondo una colección interminable de botellas y por primera vez nadie se gira para mirarme raro cuando entro. Esta vez están mirando a mis acompañantes de buena manera. Todos tienen una increíble personalidad bastante marcada. Ian alto con su cara de piedra y sus miles de anillos se mueve como si pudiera conquistar el mundo. Teo es como un pequeño niño precioso de ojos perdidos que roba un par de corazones. Berni con su cuerpo de modelo, su ropa cara y sus ojos seductores logra hacer que un par de hombres se inclinen hacia atrás para mirarla. Jimena tiene esos ojos redondos y ese escote, además de apariencia de muñeca de revista. Y Andy es Andy, debería escribir un libro de cómo su aura emite un magnetismo imposible de resistirse.

—¿Qué quieren tomar?

Pregunta Ian sacando la billetera al lado de la barra, la cual está repleta de billetes a punto de salir disparados por todos lados. Mis amigas saltan para pedirse un par de tragos sobre la barra, Jimena apoya los pechos en ella y Berni el codo mientras se enrosca el pelo en un dedo. No tengo idea de que están pidiendo, mi conocimiento alcohólico llega hasta cerveza y vino.

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora