Fervor

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La máquina está conectada al auto por un adaptador de no sé qué cosa y Andy deja un pedal en el suelo.

—Acostate.

Lo hago a lo largo de todo el asiento, dejando un lugar para su rodilla. Él se sienta a penas arriba mío y deja la otra pierna caer por el asiento para poder controlar el pedal.

—¿Me va a doler?

—Un poco. Esta parte duele por el hueso, vas a vibrar un poco. Pero no es nada complicado... si fuera grande, seguramente llorarías.

Abre una aguja, se pone unos guantes y prepara la tinta sobre el tablero del auto. Cuando está listo, prende la luz de la cabina delantera del auto.

—Sacate la ropa.

—¿Todo?

Mira los alrededores del auto y tuerce la boca.

—No hay nadie.

Me deshago de la campera de Andy y de la parte de arriba de mi vestido, dejándola en mi cintura y luego me saco el corpiño.

Le dije que quería mi tatuaje en algún lugar que nadie pudiera ver. Cuando propuse la cadera abajo del jean, él hizo una cara de asco afirmando que le parecía escandalosamente horrible y me dijo dónde me quería tatuar: En el pecho, justo entre mis "preciosas tetas dignas de un retrato".

—Oh linda, te vas a arrepentir mucho de esto.

Miro afuera al granero podrido y me río por hacerme un tatuaje en medio de la nada con un chico raro.

—No me digas lo que voy a hacer o no.

Vuelvo a fijar la mirada en él y mientras me acomodo el pelo observo cómo se lame la parte inferior del labio.

—Me gustaría que te quedaras intacta para siempre.

—Vos tenés la culpa de que no sea pura, no sé por qué te importa tanto.

Sonríe y enciende la máquina, la cual interrumpe mi confianza y me obliga a saltar en el lugar por su ruido eléctrico. Cuando siente el respingo debajo de las piernas, Andy se ríe solo.

—Primero tengo que dibujar el tatuaje, no te asustes... todavía.

Saca una lapicera y empieza a dibujar en mi esternón lo que quiero. Alas de murciélagos no muy grandes, no muy realistas y sin muchos detalles.

—¿Te gusta?

Me miro el pecho y veo dos simpáticas alitas en negro plano y me parecen la cosa más tierna que se puede llegar a lograr con dos alas de murciélago.

—Me conoces bien.

Enciende la máquina y cuando siento que estoy empezando a arrepentirme, Andy lo hace todo rápido, supongo que, a propósito, hunde la aguja en la tinta y luego la hunde en mi piel. No es tan trágico, no es el dolor que me imaginaba, siento más que nada como mi pecho vibra y es lo que más me molesta, fuera de eso, no estoy llorando y eso es algo.

—Lo bueno es que si te desmayas no me voy a enterar.

Dice concentrado en su trabajo mientras se ríe como un idiota.

—¿Es la primera vez que tatuás en un auto?

Miro la máquina conectada y rezo para que deje de pasar la aguja por esa zona porque me está empezando a doler un montón.

—No, le hice un par a Teo y otro a Ian en el auto, pero debo decir que es la primera vez que tengo linda vista.

Me guiña el ojo y besa mis pechos porque es así de primitivo.

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora