Aprobación

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Salgo del colegio y esta vez no puedo escapar de mis amigas. Como es de esperarse, me sigo sintiendo la peor persona del mundo, y ahora tengo que hablar de esto... no tengo ganas. Sé que me voy a deprimir más todavía. Me siento en el café y agradezco que Andy me haya devuelto mi cartera, no sé cómo hubiera asistido a clases, además que tenía toda mi vida en ella, pero en este momento hubiera preferido que se la hubiera quedado para tener la excusa de que no tengo la billetera para pagar el café.

Nos sentamos en la mesa de siempre y ya no puedo aplazar más mi historia.

—Dale, dejé de hacerte rogar nena, ya me estás cansando.

Berni toma su medialuna con sus dedos y la parte a la mitad para comer solo media, sigue trastornada con eso del peso y su vestido.

—Yo sé el principio...

Canturrea Jimena y hago todo el esfuerzo para acordarme qué mentira le había dicho a ella. La lluvia. Vuelvo a contarle a Berni la misma historia y de ahí en adelante cuento los hechos reales de mi historia con Andy, les cuento la cerveza, lo del supermercado, todo. Con cada momento que pasa, creía que me iba a sentir peor reviviendo todo, pero la verdad es que me siento cada vez mejor y de alguna forma orgullosa ¿Estoy siendo una suripanta? Es el reconocimiento de mis amigas suripantas las que me ponen a su mismo nivel. Les encanta mi historia y a mí me encanta contarla. Lo único que modifiqué es la experiencia de la masturbación y la cambio por la historia que me contó Andy en su auto. Lamentablemente, no soy tan buena como él para contarla, él hace sonar todo de una forma casi etérea, yo cuento todo entrecortado, entre sonrojos y teniendo que pausar cada tanto para buscar las palabras adecuadas.

Para cuando termino, mis amigas están encantadas y yo me siento feliz con tanto reconocimiento. Soy alguien muy triste, pero no me importa, me siento bien, interesante, viva y emocionada. Todo gracias a Andy.

—Qué lindo, ojalá yo tuviera a alguien atrás de esa forma.

Berni revuelve su café ¿Me está envidiando? Berni quiere algo que yo tengo y no al revés por primera vez en la vida. Estoy que no lo puedo creer.

—Me siento mal por Esteban, estuve por contarle la verdad ayer y no sé cómo. Quiero que lo...

—¡NO!

Gritan ambas al mismo tiempo. ¿No tengo que decir la verdad? Es lo correcto.

—Mirá, Cora, querida amiga tonta... Primero: tu novio no tiene por qué enterarse, fue una vez, ya pasó. Segundo: si te vas a casar con él y todas esas pendejadas ¿No querés vivir un poco, antes? Tercero: Si no se entera, no va a salir lastimado.

La explicación de Berni tiene mucho sentido, para alguien como ella. Ella vive de otra forma, Berni es la típica chica que sabe lo que quiere, cómo lo quiere y cuando lo quiere. Es la chica que no quiere casarse nunca, la que hace que los hombres la complazcan a ella y no al revés. La que hace temblar el suelo de una pisada cuando entra en un lugar con todo ese control que la rodea. Es orgullosa y poderosa. No hay nadie que pueda hacerle la contra nunca y está totalmente en control de sí misma todo el tiempo. Nunca duda, nunca llora, nunca deja que nadie la influencie. Ella, a diferencia mía, es una chica potente y segura, no cree que le deba nada a nadie y se rige por la idea de comer o ser comida.

—Él es muy bueno, le tengo que contar... Además, no sé si fue algo de una sola vez...

No les puedo decir que Andy me tiene entre la espada y la pared, para que lo vea cada vez que se le antoja, pero bueno, esto es algo aproximado.

—¿Qué?

Jimena me toma de la mano y su asombro me recarga la autoestima al máximo.

—Sí... no sé hasta cuando, no sé cuándo se va a terminar con Andy.

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora