Melancolía

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—Sos increíblemente hermosa.

Dice recorriendo mis labios con su dedo índice.

—¿Feliz?

Pregunto bromeando.

—Mucho.

Me besa otra vez con pasión y muerde mi labio inferior.

—Estabas muy apretada, increíblemente apretada.—Le golpeo el hombro y me pongo roja. —No me vengas con eso cuando me estabas clavando las uñas porque mi verga no estaba lo suficientemente profunda.

—¡Andy!

—¿Qué? Oficialmente, sos una pervertida como yo, que le gusta que se la cojan.

Revoleo los ojos y me sostengo con mis codos detrás de mi espalda.

—Es mi primera vez, podrías ser más delicado con tu lenguaje.

—Vos podrías haber sido más delicada ¿Te creés que no me duele a mí toda esa presión en la verga?

Empiezo a reírme a carcajadas y él me abraza besando mi clavícula.

—¿Cómo estuvo, linda?

Dice ahora en tono serio, no puedo creer que esté preocupado. Lo peino con mis dedos y le beso la frente.

—Bien.

—¿No te dolió?

La verdad no sé, creo que mi cabeza estaba muy metida en la acción, no tuve tiempo para preocuparme por el dolor.

—Creo que estaba muy mojada.

Bromeo y él sonríe sobre la piel de mi pecho. ¿Por qué es tan perfecto? ¿Por qué no me di cuenta antes de que Andy es perfecto? Se separa de mí y se quita el preservativo, lo anuda y lo revolea en la habitación.

—Ahora sé por qué hay tantas manchas en la alfombra.

Intento sonar divertida y casual, pero la idea me estruja el corazón.

—Es la primera vez que lo hago en el suelo, todavía tengo mis primeras veces.

Él se acuesta a mi lado y mira el techo recostando su cabeza en sus manos.

—¿Cómo cuáles?

—Como decirle a alguien que estoy enamorado de ella, eso fue nuevo para mí...—Se saca la remera y me la extiende. —Y darle a una chica mis remeras para que se limpie también.

Miro entre mis piernas, me había olvidado que las mujeres sangran la primera vez. Tomo su remera y me limpio, cuando termino imito su poco respeto por todo y la revoleo al otro lado de la habitación. Nos quedamos ambos mirando el techo, no tenemos mucho que decir, es triste, es triste hacerlo con alguien cuando sabés que no tiene futuro.

—¿Pensaste que iba a pasar?

—A lo último ya estaba seguro de que no. Pero no te voy a mentir y decirte que no me lo imaginé miles de veces. Igual, nunca en el suelo, eso fue una sorpresa.

Andy se sienta a mi lado con su barbilla recostada en una rodilla para observar cómo medito. Extiende la mano para recorrer mis curvas con las yemas de sus dedos, compenetrado, analizándome y algo preocupado.

—¿Puedo dibujarte?

Pregunta triste. Si se pone triste, me voy a poner triste y esto se va a ir al demonio.

—Está bien.

Me quiero sacar el vestido que está hecho un bollo en mi cintura para quedarme completamente desnuda, pero me detiene.

VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora