Obstinación

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—Cora, hablé con Esteban y está preocupado por tus nuevas juntas.

Ni siquiera un "buen día". Mi papá está sentado en la mesa de la cocina, listo para darme el sermón que me debe.

—Podés decirle que no se tiene que preocupar más.

Digo enojada mientras abro la heladera, no puedo creer que Esteban hablara con mi papá ¿Tenemos diez años acaso? ¿Qué le pasa?

—Hija...

—Papá, lo digo en serio, no voy a ver más a mis "malas juntas", me peleé con mi amigo que fue a la Iglesia. Ayer, cuando salíamos.

Sé que dentro de la cabeza de mi papá esto debe parecer una mentira, pero es la verdad y no tengo la culpa de que justo me haya peleado cuando a él se le ocurre hablar conmigo de esto.

—¿Qué pasó?

—Digamos que tenemos demasiadas diferencias.

—Me alegra que lo notes.

Dice con el ceño fruncido.

—Pensé que podía ser amiga de Andy, pero somos polos opuestos y terminamos peleándonos.

Mi explicación es vaga y se puede interpretar de miles de maneras, pero estoy diciendo la verdad y mi papá parece satisfecho, o por lo menos me cree. Me hace sentarme con él en la mesa y me explica un par de cosas de las malas influencias, como las manos ociosas son las herramientas del diablo. Cómo alguien como Andy está predispuesto a caer en el camino del pecado. Me avisa que tengo que mantenerme ocupada con más trabajo para no tener tiempo libre, el cual puede llevarme a hacer cosas malas. Pone nuevamente una tonelada de expectativas sobre mis hombros, las cuales intento cargar, aunque sienta que me hunden los pies en el suelo y termina orando conmigo, algo que se siente odioso por lo visto. Sé todo lo que cree de mí, lo que espera que haga, sé que solo está intentando darme lo que para él, es lo mejor para mí y aunque siento que el zapato me empieza a quedar chico, no puedo evitar tener que usarlo. No puedo fallarle, es mi única familia.

Tocan el timbre de casa y con mi café en mano me dirijo a la entrada.

—Me dijo Ian que hiciste todo un escándalo ayer.

Dice Berni entrando a mi casa. ¿Se habla con Ian? ¿Desde cuándo?

—Podemos hablar arriba.

Le digo dirigiéndome a la cocina para buscar una de las facturas que está desayunando mi papá y mostrándole a Berni que él está en la casa y que no puede hacer ningún comentario extraño.

Mi papá saluda a Berni con una sonrisa falsa, para él ella es una promiscua, pero deja que sea mi amiga, ya que no tengo otras amistades. Ella responde con la voz seca.

—Buenos días, espero que comiences tu día con fe y oración.

—Poca fe tengo en mi día, aunque espero poder hacer un poco de oral más tarde.

Empujo a Berni rápidamente antes de que mi papá entienda lo que significa.

—Berni tiene un ejercicio oral en clases de canto ¡Vamos a estar arriba!

Exclamo nerviosa.

—¿Qué hacés en casa tan temprano?

Es domingo y son las diez de la mañana, me extraña que Berni se haya despertado.

—Bueno, te fuimos a buscar después de la fiesta y no estabas, Ian nos contó un poco de lo que pasó.

Subo las escaleras hacia mi cuarto con ella detrás.

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