Hibridos

Capitulo 35

Narra Irina

-¡Me niego en rotundo! -grité.

Ash me acababa de dar la noticia de que íbamos a irnos del centro, para mudarnos a la ciudad y estudiar.

Tantas preguntas y tantos temores vinieron a mi cabeza... Lo primero que hice fue correr al baño y encerrarme.

-¡Irina, abre la puerta! ¡Porfavor! -dijo Ash.

-¡No! ¡Me quedaré aquí y no saldré nunca! -respondí.

-¡Si no sales no podrás volver a comer manzanas! -me chantageó Elisabeth.

-Me... ¡Me da igual! ¡Puedo vivir sin ellas! -crucé mis brazos.

Se quedaron un buen rato en silencio, parecía que había ganado la guerra.

-Vaya... Pues supongo que si no vas a salir de ahí nunca más, puedo quedarme con Ash, ¿no? -dijo Catarina.

-¿¡QUE!? -gritamos Elisabeth y yo al unísono.

-¡Claro! ¡Mira que piel mas! ¡Y que pelo tan suave! ¡Y tiene un buen par de... -no deje a la pelirroja terminar.

Salí del baño y me lancé a por Ash, esta no se lo esperaba y nos caímos al suelo.

-¡ES MÍA! -me giré a la puerta del baño, pero ahí solo estaba Elisabeth.

-¡Estoy aquí! -dijo Catarina riéndose. -Os dije que funcionaría.

-Tenias razón. -comentó Elisabeth.

-¿Y cuando no? Os dejamos solas, creo que teneis que hablar. -la pelirroja pasó un brazo por el hombro de Elisabeth y se fueron.

Intenté levantarme enseguida y volver a encerrarme en el baño, pero Ash ya me tenía agarrada de la cintura.

-No te escaparás tan fácilmente. -comentó.

Me retorcí lo máximo que pude, pero no lograba separarme de su agarre, terminamos sentadas en el suelo, ella me abrazó con las manos en mi abdomen, y yo puse mis manos sobre las suyas.

-¿Porqué no quieres ir, Irina? -preguntó.

Susurré unas palabras ininteligibles, sinceramente no quería decirlo en voz alta.

-¿Porqué? -repitió ella.

-Porque tengo miedo. -susurré.

-¿Tienes miedo? -dijo riendo. -¿La chica que se puede transformar en una pantera negra de cuatro metros? ¿Con unas garras tan afiladas capaces de cortar el metal como si fuese mantequilla? ¿La que le dió una paliza a un supuesto dios? -no deje que siguiese hablando, me tiré encima suya, dejandola tumbada en el suelo y agarré sus muñecas.

-¡SI, TENGO MIEDO! ¡MIEDO A QUE ME PUEDAN DESCUBRIR! ¡A QUE PIERDA EL CONTROL Y PUEDA HERIR A ALGUIEN! ¡TENGO MIEDO DE MI MISMA!- mis lágrimas caían sobre Ash. -Pero sobre todos esos miedos... Esta el miedo a perderte...

La liberé del agarre y caí sobre su pecho, no quería que viese como lloraba.

-Sabes que nunca voy a dejarte ir... -me abrazó. -Y no pienso dejar que pierdas el control, pase lo que pase.

-¿Lo prometes? -la miré, con los ojos vidriosos.

-Lo prometo.

-¿Podemos ir a por unas manzanas? -pregunté haciendo un puchero.

-Prefiero un chocolate caliente. -hizo temblar sus dientes, haciendo parecer que tenía frío.

-Puaj. -hice una mueca de asco, ya que no me gustaba, y me levanté.

Ash también se levantó, se puso una chaqueta y me lanzó una a mi, salimos de la habitación y fuimos directas al comedor.

Durante el camino un chico, de no mas de 15 años vino corriendo a mí.

-¡Reina Irina! -gritaba mientras corría.

Se lanzó hacia mi y me abrazó, ahora pude verlo bien, tenía el pelo blanco y un par de mechas negras, sus ojos eran de un amarillo muy parecido a los míos.

-¡Pensaba que no iba a despertar nunca! -dijo con los ojos vidriosos.

-Buenas noches, Alexey. -saludo Ash al joven.

-¡Buenas noches doctora Astrid! -dijo el menor, me resultó gracioso el respeto que le tenía.

-Os presento, este es Alexey, es un gran fan tuyo, Irina. -dijo poniendo la mano en el hombro del chico. -Ha venido a verte todos los sábados desde que entraste en coma.

-¡Que honor que un chico tan guapo como tú venga a verme estando enferma! Y dime, ¿cuantos años tienes?

-¡Tengo 13 años! - levantó su rostro y puso una sonrisa inocente.

-¡Que mayor! -exclamé. -Ahora íbamos a cenar, ¿te apetece acompañarnos?

-¿Puedo? -los ojos se le iluminaron.

-¡Claro! -dijo Ash.

Le di la mano y nos dirigimos hacia el comedor, mientras le preguntaba cosas sobre él.