Capitulo 10

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Narra Irina

Ash me dijo que me iban a dar algo llamado "baño", y que para eso tendría que desnudarme, me horrorizaba la idea de que alguien me viese desnudo, así que corrí a encerrarme en el lavabo.

-¡Irina! Sal de ahí, ¿que te pasa?- preguntó Ash tras la puerta.

-¡No quiero que me vean! ¡Déjame!- dije mientras ponia mi cabeza entre mis rodillas, sentada contra la puerta.

-¿Porque no quieres bañarte?- preguntó Ash.

-¡Porque me veréis desnuda!- grité.

-¿Y si solo entro yo?- preguntó de nuevo.

Pasé unos segundos pensandolo, por alguna razón no me incomodaba que Ash me viese desnuda.

-¿Pero entrarias solo tu?- dije entreabriendo la puerta.

-Solo yo.- repitió mis palabras.

-Está... bien.- dije dejándola pasar, mientras la señora que había entrado, se fue.

Ash entró y fue directa a una especie de hoyo que había en la pared, le dio a un objeto que había encima de hoyo y comenzó a salir agua.

Me quedé fascinada viendo como el agua salía cada vez que se giraba, mientras Ash, me quitó el aparato que llevaba en las orejas y se lo puso ella.

-Listo, ya puedes meterte.- dijo Ash mirándome.

-¿Puedes... darte la vuelta?- pregunté señalando a la pared.

-Por supuesto.- dijo girandose.

Me quite todo lo que llevaba y me quedé en cueros, me metí en el agua y me senté, para que Ash no me pudiese ver.

-Ya está.- dije.

Narra Ash

Cuando me giré, vi a Irina en la bañera sentada, el agua no me dejaba ver mas allá de su escote y sus rodillas, que sobresalian del agua junto con su cabeza, me sonrojé, pero gracias al vapor que había en aquel momento, Irina no pudo ver mi cara, mas roja que el tono de sus dulces labios.

-¿Que tengo que hacer?- preguntó, sacándome de mis pensamientos.

-Levanta... el brazo.- dije entrecortada.

Irina levantó su brazo derecho, puse en contacto la esponja con su piel y repentinamente se estremeció, poniendo una cara muy tierna, haciéndome dudar si tenia miedo o vergüenza.

-El otro brazo.- dije al terminar.

No dijo nada y levantó el izquierdo, dejándome ver lo que parecía una mancha de nacimiento con forma de corona justo encima del pecho y recordé la conversación que tenían los dos chicos que vieron a Irina pelear.

-Irina, tienes alguna idea de porqué te llaman "reina"?- pregunté.

-¿No, quien me llamaba así?- dijo mientras se giraba a mirarme, dejando al descubierto sus pechos.

-Nada, olvídalo.- dije mientras le cogía la cabeza, haciendo que mirase al frente.

Seguí bañando a Irina hasta que llegó la parte del abdomen, me puse bastante nerviosa, pero a Irina no parecía molestarle, así que no le di mas importancia y le hice darse la vuelta, dejándome ver su espalda, llena de latigazos.

-Todavía no me has dicho como te has hecho esto.- dije acariciando su espalda, haciéndola estremecer.

-Es... una larga historia.- dijo entrecortada.

-Tengo tiempo.- sugerí terminando de lavarle la espalda.

-Pero... prefiero no hablar de ello.- dijo cabizbaja.

-Entiendo.- dejé el tema y me dispuse a pasar la esponja por la parte delantera, pero me detuve al escuchar a Irina hablando.

-¿Tu también crees que soy un monstruo?- preguntó con un hilo de voz.

-¿¡Que cosas dices!? No podrías ser un monstruo aunque lo intentases.- exclamé acariciando su cabeza.

-Pero tu ya me has visto, sabes como soy cuando me... transformo.- dio una vuelta para mirarme, haciéndome sonrojar.

-Eso no te convierte en monstruo.- acaricié su nariz con la yema de mi dedo índice.- Ahora gírate, puedo verte todo...

-No me importa.- dijo con una sonrisa infantil e inocente en su rostro.

-¿Y eso porque?- dije con una media sonrisa en e rostro.

-No lo se, pero no me da vergüenza enseñarte mis cicatrices.-pronunció mirándome con aquellos ojos color ámbar que tanto me hipnotizaban, seguidos de una sonrisa adorable.

Nos quedamos mirando por unos instantes, podía notar como mi cara adquiría un tono rojo, más incluso que el mismísimo color. De no haber sido por un estornudo de Irina, no hubiese podido volver a la realidad.

Terminé de darle el baño y salió corriendo, desnuda hacia la habitación.

-¡Irina vuelve aquí! ¡Falta vestirte!- grité mientras la perseguía por toda la habitación.

-¡No, me quedaré así por siempre!- aseguró.

-Pero entonces todos te verán desnuda.- dije intentando hacerla entrar en razón.

-Pues es verdad.- dijo frenando en seco.

Caí encima de ella, dejando nuestras caras a escasos centímetros, pensé que era la típica escena de libro, donde ahora lentamente nos besábamos, intenté levantarme pero ella me lo impidió, dando la vuelta y poniéndose encima de mí.

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