Hibridos

Capitulo 46

Narra Alexey

Hacía ya varios meses que habíamos llegado a Estados Unidos, el curso comenzó la semana pasada, pero Irina y Astrid decidieron que me quedase en casa para que terminase de estudiar el idioma con Tía Cat y Tía Eli.

-Well done, now, we're going to take a break. -Tía Eli hablaba muy bien el Inglés, pero sus métodos de enseñanza eran muy agresivos.

-Muy bien, ahora, vamos a relajarnos? -Intenté traducir lo que dijo.

Tía Eli agarró el periódico que había enrollado sobre la mesa y me pegócon el en la cabeza. -Vamos a tomar un descanso. -corrigió.

-I'm Sorry. -me disculpé agachando la cabeza.

-No tienes de qué preocuparte. -la voz de Tía Cat sonó tras de mi, y ella aparecio entrando por la ventana. -Tu tía no sabe como tratar a los niños...

-¿Disculpa? -se levantó.-Trato contigo todos los días, no digas que no se cuidar de niños.

Tía Cat casqueó la lengua y soltó una pequeña risa. -Repite me eso de que soy una niña... -abrazó a Tía Eli por detrás y le mordió su oreja humana.

-Eres... Eres... -Tía Eli parecía derretirse cada vez que Tía Cat hacia eso. -¡Una idiota!

Agarró el periódico nuevamente y le dio fuertemente en la cabeza, haciéndola caer al suelo. Tía Cat solo se reía, casi ni podía levantarse del suelo.

Me marché del salón sin hacer ruido, dejándolas pelear a sus anchas.

***

Entré en la cocina y vi a Tania preparando la comida, ella es la cocinera de la mansión, es una chica joven y es la única, aparte de Fran; el mayordomo, y Claus; el chófer, que sabe nuestro secreto. Los tres sabían hablar Ruso perfectamente, por lo que no tenía que traducir nada de lo que dijese.

-Hola Tania. -sin quererlo, mi voz salió algo triste.

-Hola enano. -me saludó como siempre. -¿Te pasa algo?

-No... -mentí, girando la mirada a otro lado.

Tapó la cazuela y se sentó en uno de los taburetes de la barra. -A mi no me engañas, ¿Que te pasa?

-Estoy algo deprimido...

Tania se levantó del taburete, fue a la nevera y sacó un gran tarro con algo dentro.

-Para la depresión no hay nada mejor que el helado. -abrió uno de los cajones y sacó dos cucharas.

Agarré una de ellas y probé aquella cosa, estaba fría, sabia a chocolate y se derretía en mi boca.

-Ahora dime, ¿porqué estás deprimido?

-Desde que Irina y Ash empezaron el "instituto", me siento solo. -me metí otra cucharada de helado en la boca. -Y con Tía Cat y Tía Eli enseñandome inglés a CADA MALDITA HORA, no me queda tiempo ni para pensar.

Dejé caer mi cabeza contra el mármol.

-Sabes. -me hizo mirarla. -Son las 10 de la mañana, y a esta hora tus madres están en un descanso. ¿No se si me explico?

***

-¿Sabes el camino? -me preguntó Tania.

-¡Si!

-Toma, te he metido un minimapa con el recorrido, uno de los caldetines de Irina y un bocadillo, por si te entra hambre. -dijo tendiendome una pequeña riñonera azul.

-¡Gracias! -dije sonriendo.

-Corriendo cómo sueles hacerlo no tendría que tomarte más de tres minutos llegar al instituto. -me albrotó el cabello. -Y recuerda, que nadie te vea.

-¡Entendido!

Le dí un beso en la mejilla y salí corriendo por la puerta, corrí por todo el camino hasta la puerta de la mansión, levantando una gran nube de polvo a mi paso.

Al ver el negro portón decidí que no había tiempo para abrirlo, por lo que salté sobre él, con el impulso que llevaba, logré superarlo por varios centímetros.

***

Siguiendo las indicaciones en el mínimapa, llegué al instituto. Estaba rodeado por un pequeño muro de piedra blanca, el cual no me fue dificil escalar.

Caí dentro de un pequeño jardin, por suerte no había nadie dentro de él, saqué el calcetín y lo olfateé.

El rastro de Iriba vino repentinamente a mi nariz, comencé a caminar siguiendo el olor, fueron apenas dos minutos hasta dar con ellas.

Ash estaba sentada en un banco, mirando como Irina daba caminaba de un lado a otro nerviosa.

-¡Quiero volver ya! ¿Cuanto falta? -preguntó Irina.

-3 horas. -contestó Ash.

-¡QUIERO VOLVER YA! -dio un pisotón en el suelo. -¡Quiero ver a Alexey!

-¿Y Catarina y Elisabeth?

-Meh, supongo que también.

Comencé a correr y me abalancé hacia Irina, para cuando reaccionó fue tarde, nos caímos y quedé sobre ella.

-¡Hola! -saludé.